INTEGRACIÓN
CIENCIA-POLÍTICA EN EL DESARROLLO EÓLICO DE URUGUAY:
APORTES A LA PLANIFICACIÓN AMBIENTAL
Rafael Bernardi1, Lucía Arimón2,
Leticia D’Ambrosio3, Alvar
Carranza4
1Ingeniero Hidráulico-Ambiental
por la Universidad de la República
(Uruguay). Doctor en Ciencias Ambientales por la Universidad de
Wageningen (Holanda). Profesor Adjunto en el Centro Universitario de la
Región Este de la Universidad de la República (Uruguay). Estuvo a cargo
de la gestión del Programa de Energía Eólica del Uruguay desde PNUD
Uruguay. bernardirafael@gmail.com
2Magíster en Antropología
Aplicada. Ayudante del proyecto “Políticas
Públicas. Las Ciencias Medioambientales y la Interfaz Ciencia-Política
Nacional: Diagnóstico y Perspectivas”. arimonlucia@gmail.com
3Doctora en Antropología Social
del Instituto de Altos Estudios
Sociales (IDAES) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
Profesora Adjunta del Centro Universitario de la Región Este de la
Universidad de la República (Uruguay). treboles@gmail.com
4Doctor en Ciencias Biológicas.
Profesor Agregado del Departamento
de Ecología y Gestión Ambiental del Centro Universitario de la Región
Este de la Universidad de la República (Uruguay). alvardoc@fcien.edu.uy
Recibido: 30/09/2019 y Aceptado:
21/11/2019
ENERLAC. Volumen III. Número 2.
Diciembre, 2019 (8-25).
RESUMEN
Uruguay ha sido exitoso en la
incorporación de energía eólica en la matriz eléctrica. Las interfaces
ciencia-política (ICP) son ámbitos que permiten la integración del
conocimiento científico-técnico en la toma de decisiones y han sido
determinantes en este proceso. Analizamos la estructura y el
funcionamiento de las ICP con énfasis en las Ciencias Ambientales en
relación a la efectividad de integración de conocimiento en la toma de
decisiones. Se identificaron numerosos ámbitos de diálogo entre
instituciones científico-técnicas y los tomadores de decisión, que
fueron fundamentales para el desarrollo de la energía eólica. Sin
embargo, en el caso de las políticas ambientales la existencia de las
ICP per se no aseguró su implementación efectiva. Esto puede estar
relacionado con los procesos sociales de construcción de los valores
ambientales y territoriales en juego, así como por la falta de
experiencia a nivel país en la implementación de instrumentos
ambientales estratégicos en un horizonte temporal reducido de
incorporación de eólica. Se sugiere que la implementación temprana de
instrumentos de planificación ambiental y territorial que incorporen
las ICP, así como el desarrollo de modelos de toma de decisiones
democrático-pragmáticos puede contribuir a una mejor integración de las
políticas energéticas y las ambientales.
Palabras clave: Transición Energética, Energía Eólica,
Interface Ciencia-política, Ciencias Medio ambientales, Uruguay.
ABSTRACT
Uruguay has been successful in the
incorporation of wind energy in the electricity matrix. Science-policy
interfaces (SPI) allow the integration of scientific and technical
knowledge in decision-making and have been decisive in this process. We
analyze the structure and operation of the SPI with an emphasis on
environmental sciences and their effectiveness in integrating knowledge
in decision-making. We identified numerous interfaces that led to a
dialogue between scientific-technical institutions and decision makers.
These were fundamental for the development of wind energy. However, in
the case of environmental policies, the existence of ICPs per se did
not ensure their effective implementation. This may be related to the
social processes of construction of environmental and territorial
values at stake, as well as the lack of experience at the country level
in the implementation of strategic environmental instruments in a
reduced time horizon of wind incorporation. It is suggested that the
early implementation of environmental and territorial planning
instruments that incorporate SPIs, as well as the development of
democratic-pragmatic decision-making models can contribute to a better
integration of energy and environmental policies.
Keywords: Energy Transition, Windpower,
Science-policy Interphase, Environmental Sciences, Uruguay.
INTRODUCCIÓN
Las políticas públicas pueden
concebirse como el conjunto de acciones (e.g. proyectos u otras
actividades) que un Estado diseña y gestiona a través de un gobierno y
una administración pública en relación con una cuestión que concita la
atención, interés o movilización de otros actores de la sociedad civil,
pero también como las acciones que se omiten, manifestando así una
determinada modalidad de intervención del Estado (Oszlak &
O´Donnel, 1981; Graglia, 2012). En particular, tradicionalmente, las
políticas públicas relacionadas al uso de recursos naturales involucran
una valoración de riesgos y beneficios por parte de los tomadores de
decisión, y ha estado tradicionalmente basada en análisis sectoriales
(Heal & Ascher, 1995), en los cuales se suelen priorizar algunas
dimensiones económicas y sociales. Sin embargo, el deterioro en las
condiciones ambientales como consecuencia de la implementación de estas
políticas también puede afectar a estas dimensiones en alguna escala
espacial o temporal. Desde algunos sectores de la comunidad científica
y de la sociedad se ha enfatizado la necesidad de dar mayor
consideración a los aspectos ambientales, que suelen no ser incluidos
en el análisis de costo-beneficio (Lyytimäki, Söderman & Turnpenny,
2015; Söderbaum, 2006). Sin embargo, la forma en que las problemáticas
ambientales son consideradas durante el proceso de toma de decisiones
depende de distintos factores. Estos incluyen visiones o valoraciones
diferentes y/o falta de conocimiento sobre las consecuencias
ambientales de las decisiones (e.g. problemática local de calidad de
agua en fuentes para consumo humano o de cambio climático a nivel
global).
Asimismo, la complejidad de las
problemáticas ambientales ha dejado en evidencia las limitaciones de
los instrumentos particulares de gestión o regulación ambiental y la
necesidad de generar abordajes desde la planificación con un enfoque
más integral y estratégico (Janicke & Jorgens, 1998). A nivel
internacional, ejemplos de esto son la Agenda 21 y, más recientemente,
los compromisos nacionales establecidos en el Acuerdo de París y los
Objetivos de Desarrollo Sustentable. En este contexto, la interfaz
Ciencia Política (ICP) debería idealmente proveer la mejor información
científica disponible para la toma de decisiones informadas, abarcando
múltiples dimensiones del sistema socio-ecológico y trascendiendo las
visiones disciplinares y/o sectoriales. En tal sentido, las ICP pueden
definirse en términos generales como procesos sociales que proveen espacios
para el relacionamiento entre científicos y otros actores en el proceso
de formulación de políticas, y que permiten el intercambio, la
co-evolución y la construcción conjunta de conocimiento con el objetivo
de enriquecer la toma de decisiones (van den Hove, 2007). Las mismas
pueden tomar la forma de estructuras formales, pero también ámbitos
como talleres conjuntos, discusión de agendas de investigación e
incluso conversaciones interpersonales. Esta caracterización de las ICP
incluye elementos comparables al concepto de las “comunidades de
políticas” (Zahariadis & Allen, 1995), donde los especialistas
interactúan y generan ideas en redes informales de funcionarios,
académicos e investigadores que participan del desarrollo de propuestas
en un sector de políticas públicas determinado. A nivel global, algunas
ICP establecidas recientemente como forma de mejorar la conexión entre
ciencia y política en el contexto de problemáticas medioambientales,
incluyen el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC),
la iniciativa sobre Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad
(EEB), la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios
Ecosistémicos (IPBES) o el Órgano Subsidiario de Asesoramiento
Científico, Técnico y Tecnológico (SBSTTA) del Convenio sobre la
Diversidad Biológica (CDB). En particular, el Panel Intergubernamental
sobre el Cambio Climático (IPCC) ha sido una ICP altamente exitosa y
sus informes han evidenciado que es muy probable que los altos niveles
de gases de efecto
invernadero (GEI) hayan causado el calentamiento global y cambiado el
clima de la Tierra durante el último medio siglo con serios impactos en
las personas y ecosistemas (IPCC, 2014). Se estima que actualmente el
petróleo, el gas natural y el carbón dan cuenta del 88% del consumo
energético de la humanidad. El uso de estos combustibles fósiles genera
impactos negativos a nivel geopolítico, económico y ambiental, como el
cambio climático, la contaminación del aire y la contaminación del
agua. Adicionalmente, y a pesar de que se cree que las reservas de
carbón son enormes, se estima que los recursos de petróleo y gas
convencionales se agotarán en aproximadamente 50 años a las tasas de
consumo actuales (EIA, 2017). Si bien persisten debates sobre estos
puntos debido a la expansión de reservas por nuevas tecnologías (e.g.
Güntner, 2019) y se han visto algunos notables retrocesos (como es el
caso de la política actual de Estados Unidos o Brasil), basados en el
cuestionamiento a la pertinencia de políticas de cambio climático,
existe un consenso general sobre la necesidad de una transición hacia
fuentes más sostenibles de energía, fuertemente influenciado por el
discurso científico-técnico.
En línea con estos cambios, los
desarrollos de políticas de energía limpia han avanzado en diversos
países. Un caso destacable es el de Uruguay, en el que las fuentes
renovables constituyeron en 2017 el 98% de la matriz de generación
eléctrica, incluyendo un aporte de 19% de fuentes de biomasa y 26% de
eólica (Ministerio de Industria, Energía y Minería [MIEM], 2017;
Oficina de Planeamiento y Presupuesto [OPP], 2019). Esto último ha
contribuido a que actualmente Uruguay se sitúe en segundo lugar en el
mundo en penetración eólica (Presidencia de la República, 2019). Estos
avances se enmarcaron en la “Política Energética 2005-2030” de Uruguay,
que fue aprobada en 2008 por el Poder Ejecutivo y ratificada en 2010
por la Comisión Multipartidaria de Energía a nivel parlamentario. Dicha
Política brinda los lineamientos generales a seguir en materia
energética a corto, mediano y largo plazo. Se trata de un instrumento
de planificación estratégica que integra diversos objetivos, enmarcados
en la idea integral de que es necesario diversificar la matriz
energética, orientándola más y más hacia las fuentes autóctonas y
preferentemente renovables. Sostienen estos lineamientos seis aspectos,
enunciados en el preámbulo del documento, entre los que destacan a los
efectos de esta investigación los aspectos ético y medioambiental: “…El
cuarto aspecto es ético: el 92% de la energía primaria consumida
mundialmente no es renovable; la humanidad está gastando en un par de
siglos lo que a la naturaleza le llevó millones de años desarrollar,
por lo que su uso debe realizarse de manera responsable. El quinto
aspecto es el medioambiental: la producción y el uso de la energía son
los principales responsables de las emisiones humanas de dióxido de
carbono, el de mayor impacto sobre el cambio climático global (el 60%
de las emisiones humanas de dióxido de carbono se generan durante la
producción y el uso de la energía”. (MIEM, s.f.). En este marco se
desarrolló el Programa de Energía Eólica del Uruguay (en adelante
PEEU), un programa con financiamiento internacional del Fondo para el
Medio Ambiente Mundial (FMAM) que nace con el objetivo de “crear las
condiciones favorables e incentivar el proceso de inserción de la
energía eólica en el país desde un abordaje multidisciplinario, de modo
de alcanzar el objetivo de contribuir a la mitigación de emisión de
gases de efecto invernadero”.
Figura
1. Línea de tiempo de los
principales hitos asociados al
desarrollo de la Energía Eólica en Uruguay.
El
PEEU apoyó el desarrollo y la expansión de la energía eólica en el
país y fue el principal instrumento de implementación de la política
pública en energía eólica. Funcionó entre 2007 y 2013 (Figura 1), a
partir de un proyecto elaborado en conjunto por el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Estado Uruguayo. El
programa también tuvo una etapa extensa de preparación, a partir de una
propuesta inicial lo que permitió actividades tempranas, incluyendo
estudios que definieron la instalación del primer parque eólico (20MW)
de la empresa energética nacional, la Administración Nacional de Usinas
y Trasmisiones Eléctricas (UTE).
En este sentido, es de nuestro
interés analizar la estructura y el funcionamiento de las ICP durante
la implementación del Programa y de las políticas de energía eólica en
general. Se parte del supuesto de que la consideración del conocimiento
científico sobre aspectos medioambientales ecosistemas o la
biodiversidad) enriquece el proceso de toma de decisión, reduce
impactos ambientales y conflictos sociales y permite generar políticas
de desarrollo sostenible, y que las ICP constituyen un ámbito efectivo
para que el sistema político incorpore estas consideraciones. Se
entiende que, en una mirada integral, el análisis podría ampliarse en
términos similares para considerar aspectos sociales y de equidad en la
generación de políticas. Las preguntas fundamentales de investigación
son: ¿Cómo es considerado el conocimiento científico-técnico sobre la
dimensión ambiental durante los procesos políticos que llevan a la
formulación de políticas públicas? ¿Cuáles son las interfaces en las
que este conocimiento es incorporado? ¿Logran estos ámbitos abordar
efectivamente los problemas ambientales? ¿Es posible generar resultados
de políticas más deseables a partir de la incorporación del
conocimiento científico-técnico?
ESTRATEGIA Y
MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN
Para responder a las preguntas
arriba planteadas, se procedió en primera instancia a la reconstrucción
del proceso histórico que culmina con la implementación del PEUU y la
expansión de la generación eólica en el país. Esta etapa incluyó la
recopilación de información sobre el proceso de formulación y la
identificación de informantes calificados, en particular personal
técnico y académico que participó del proceso de elaboración de las
políticas y decisores políticos que la aprobaron. En base a esta
identificación, se realizaron diez entrevistas semi-estructuradas cuyos
actores fueron seleccionados de manera de cubrir una variedad de
situaciones, actores en diferentes roles técnicos e institucionales,
cubriendo diferentes percepciones y categorizaciones acerca del tema estudiado. A partir de
esta información se identificaron instituciones,ámbitos o espacios que
potencialmente tuvieran el rol de ICP y se analizaron en detalle,
valorándose según los relatos de las experiencias de quienes
participaron en el proceso.
Se utilizó el marco de análisis del
proceso de políticas (Clark, 2002), para analizar los procesos de
decisión que llevaron a la implementación de las políticas ambientales
orientadas a abordar los problemas de naturaleza biofísica,
considerando asimismo las características del Proceso social en el cual
se insertaron estos procesos. Se consideraron también estos procesos a
la luz de diferentes modelos de decisión (Habermas, 1968). Finalmente,
se evaluó el éxito de las políticas en el abordaje de los aspectos
ambientales y en particular en relación al rol de las ICP. Esta
valoración incluye críticas o limitaciones identificadas por los
actores que participaron de los procesos desde distintas perspectivas y
fueron relevantes para el proceso de formulación de estas políticas. A
la luz de estos análisis, se realizan algunas apreciaciones sobre
potenciales mejoras al proceso de políticas mediante el diseño de ICP
más efectivas.
RESULTADOS
Las ICP en el desarrollo eólico en
Uruguay En el caso uruguayo, las ICP fueron centrales al desarrollo
eólico y un ejemplo notable de integración entre conocimiento
científico-académico en una transición tecnológica (Ardanche et al.,
2017). En particular, fue preponderante el papel de la ICP en relación
al conocimiento relativo a la disponibilidad del recurso eólico y otros
aspectos técnicos claves para la incorporación de la energía eólica en
la matriz energética nacional. Esta contribución permitió establecer
capacidades para aprovechar un contexto físico y económico propicio
para el desarrollo eólico.
Uruguay posee abundantes vientos y
el rápido desarrollo de la energía eólica estuvo ligado a una coyuntura
económica muy favorable. La conjunción de altos precios del petróleo y
de bajos precios de generadores a nivel internacional, producto de un
excedente de equipos por la crisis europea de 2008 (Ardanche et al.
2017) originó, a través de contratos a mediano plazo con los
generadores eólicos, precios más convenientes que la alternativa fósil
basada en centrales térmicas, dado los precios de petróleo de la época. Sin embargo, la
coyuntura económica favorable no hubiera sido suficiente para generar
esta transición tecnológica. Hizo falta el establecimiento de un marco
habilitador que resolviera las no pocas restricciones o “barreras” que
impedían o limitaban potenciales avances. Estas barreras fueron objeto
de análisis durante la elaboración del PEEU (PNUD, 2007) que las
categorizó como barreras de políticas; de capacidades y modelos de
negocios; de información; y de tecnologías, las cuales brindan además
un adecuado marco para analizar el funcionamiento de las ICP.
A partir de la reconstrucción del
proceso histórico, se identificaron numerosos ámbitos, actividades,
espacios o eventos en los cuales es posible pensar que la información
científica pueda haberse integrado de manera efectiva en el proceso
político, o que al menos haya existido un diálogo entre instituciones
científico-técnicas y los
tomadores de decisión (Tabla 1). Se incluye una categorización de las
ICP en función de la importancia de la interacción entre ciencia y
política. Su composición es heterogénea: incluye desde estructuras
permanentes o semipermanentes hasta eventos puntuales. Se incluye por
ejemplo el Fondo Sectorial de Energía, que se creó por resolución del
Directorio de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII)
de fecha 1° de octubre de 2008 con el objetivo de promover las
actividades de investigación, desarrollo e innovación en el área de
energía y se constituyó a través de aportes económicos de la ANII, UTE,
la Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (ANCAP)
y la Dirección Nacional de Energía (DNE) del MIEM. Es por lo tanto, un
ámbito de articulación entre las necesidades de los organismos
estatales de gestión y el sistema científico-tecnológico nacional.
Tabla
1. Ámbitos de interacción ciencia-política identificados.
Algunos
autores (e.g. Ardanche et.al., 2017, Bergós et al., 2019)
coinciden en que las ICP resultaron fundamentales para el desarrollo
eólico en Uruguay. Su aporte fue muy relevante tanto a nivel general,
en la integración de visiones de desarrollo del sector en los niveles
de definición de políticas, como en la remoción de barreras,
particularmente de capacidades, de información y de tecnologías, donde
la integración del conocimiento en la toma de decisiones fue base para
la estrategia de desarrollo de la energía eólica. En efecto, existió en
sectores políticos del gobierno el convencimiento sobre la importancia
del desarrollo endógeno asociado a la energía de fuentes autóctonas.
Esto se planteaba tanto desde una visión de
soberanía energética como de desarrollo económico a través de la
generación de conocimiento y tecnología asociado a la energía eólica,
lo que permitió alinear prioridades económicas y políticas con la
agenda de reducción de emisiones a partir de la generación de energía
limpia. La articulación entre la academia y el ámbito político se
consolida cuando los cargos de director de la DNETN y el presidente de
UTE son ocupados por actores de origen académico. Esta circunstancia
contribuyó a profundizar la articulación de academia y gobierno,
resultando en un “nicho virtuoso” (Ardanche et al., 2017) y permitió
salvar además las múltiples barreras de capacidades, información y
técnicas a través de la integración de conocimiento. En definitiva, la
rápida expansión eólica estuvo estructuralmente basada en interfaces
ciencia-política muy fuertes.
Esta interfaz entre la política y
la ciencia se gesta en un proceso de más larga data. El PEEU permitió
continuar esfuerzos previos, como destaca la Facultad de Ingeniería en
su página web: “Asimismo, el desarrollo eólico se ha basado en el
conocimiento generado en la Facultad de Ingeniería (FING) de la
Universidad de la República (UdelaR) a lo largo de décadas de
investigación sobre las características del viento, la tecnología
necesaria para explotarlo, las regiones más adecuadas, los problemas de
interconexión con la red eléctrica y la interacción con el sistema
energético. También en esta institución se formaron los técnicos que
lideraron la incorporación de la energía eólica a la matriz energética
del país” (Facultad de Ingeniería, 2016). En su etapa embrionaria, el
desarrollo de la energía eólica en Uruguay estuvo ligado al desarrollo
de capacidades de investigación en la FING. Estas resultaron en la
inauguración del primer generador eólico público de 150KW en el año
2000 en el Cerro de los Caracoles y las primeras iniciativas en captar
financiamiento internacional y, luego de varios años, en la
implementación del PEEU.
El impulso brindado por las nuevas
autoridades lleva a que en 2008 se consoliden los cargos del PEEU con
técnicos con experiencia en temas energéticos. Se consolidó un Comité
Directivo integrado por la DNE, la UTE, el MVOTMA y el PNUD. Además, se
concretó un convenio de monto significativo en el que el PEEU financió
a la UdelaR para abordar los vacíos de información que enfrentaba el
desarrollo eólico. En relación a las barreras de capacidades, el
proyecto financió la integración de ingenieros a la UTE. Estos recibían
capacitación en la UdelaR y respondían a la dirección del proyecto sita
en el MIEM, lo que resultó una forma práctica y concreta de transferir
conocimiento, generar capacidades en la UTE y a la vez mejorar
coordinaciones interinstitucionales.
Esto contribuyó a cambiar el
paradigma predominante en la agencia energética nacional, que estaba
basado en el desarrollo histórico de la hidraulicidad. El conocimiento
acerca de las potencialidades de la energía eólica era limitado; esta
se consideraba “poco firme” debido a oscilaciones de alta frecuencia
características de los cambios rápidos en los vientos, mientras que se
contaba con una larga experiencia institucional sobre la energía
hidráulica, que se veía como más confiable. Por otra parte, la fuerte
componente técnico-científica de las autoridades y técnicos
participantes en la implementación de la política facilitó además la
búsqueda de asesoramiento de alto nivel, como por ejemplo de empresas
extranjeras, y que permitió abordar las problemáticas de despacho y
generación asociadas a niveles muy altos de penetración eólica para los
cuales existían pocos antecedentes a nivel internacional en aquel
momento.
El salto eólico
y las políticas ambientales
Acompañando el proceso de
desarrollo eólico en el país, fue identificada la necesidad de generar
diversos instrumentos para considerar los impactos ambientales. Algunos
de ellos, como la Evaluación de Impacto Ambiental (EIA), fueron
implementados y están hoy vigentes, mientras que los instrumentos de
carácter más estratégico, como son la Evaluación Ambiental Estratégica
y los instrumentos de zonificación u ordenamiento territorial (OT) no
fueron aplicados en general.
Uruguay no poseía un marco
regulatorio ambiental específico para regular y orientar la rápida
expansión eólica. Esta carencia estuvo identificada como una de las
barreras de políticas en el análisis durante la formulación del PEEU.
Si bien el PEEU era un instrumento de políticas explícitamente
vinculado al cambio climático, en aspectos ambientales locales y
territoriales el desarrollo e implementación de políticas tuvo más
limitantes. La evaluación final del PEEU realizada por el PNUD destaca
“(…la ausencia de un Marco Normativo Ambiental que le hace falta
desarrollar a la DINAMA (Dirección Nacional del Medio Ambiente) y que
no ha ido de la mano con el desarrollo eólico. Desde el programa se
intentó hacer algo (…) Esta deficiencia es probablemente una de las
principales barreras para el desarrollo de Energía Eólica.” (Rodríguez,
2013: 110). El mismo documento señala que “Se elaboró una Evaluación
Ambiental Estratégica para el sector energía que requiere de mayor
profundización por parte de la DINAMA en lo referente a energía
eólica.” (Rodríguez, 2013). De hecho, existieron algunos conflictos
puntuales en sitios de parques eólicos, así como conflictos de
coexistencia con áreas protegidas o de actividad turística importante
(e.g. Departamentos de Lavalleja o Maldonado) y controversias sobre los
impactos en el paisaje (situaciones que fueron mencionadas por actores
del medio académico que participaron especialmente en los inicios del
proceso), a la vez que los impactos cumulativos sobre avifauna y
mamíferos voladores a nivel nacional todavía no son conocidos.
Los parques eólicos estaban
contemplados en Evaluación de Impacto Ambiental para plantas de energía
mayores a 10 MW. En 2015 se aprueba la Guía para la Instalación y
Operación de Parques Eólicos, mientras que los primeros parques de gran
porte comienzan a operar en 2014, lo que generó dificultades en las
primeras autorizaciones. Más allá de estos casos, el procedimiento es
hoy parte de la gobernanza ambiental del país. La elaboración de las
guías involucró discusiones y participación de diversos colectivos, y
contribuyó a fortalecer el marco regulatorio ambiental. Sin embargo,
las evaluaciones de impacto presentan limitaciones a la hora de
considerar los potenciales aspectos cumulativos sobre biodiversidad en
el territorio, la pérdida de valor paisajístico a nivel regional, o
afectaciones para el desarrollo de la población existente en las zonas
aledañas a los parques eólicos. Tampoco son el instrumento más idóneo
para decidir sobre priorización de usos del territorio. Esto hubiera
sin duda requerido herramientas de mayor escala y un abordaje
estratégico que permitieran incorporar aspectos socioeconómicos,
territoriales, paisajísticos, y de biodiversidad.
Para abordar estas problemáticas se
generaron algunos instrumentos, pero tuvieron poco éxito en su
aplicación. El PEEU financió la elaboración de un instrumento innovador
para Uruguay, como la primera Evaluación Ambiental Estratégica del
país, realizada a la Política Energética a través de la conformación de
un equipo de consultores. Esta evaluación se realizó para toda la
política energética. Sin embargo, no existió un desarrollo normativo a
partir de los aspectos ambientales identificados en la evaluación o una
posterior profundización de los aspectos eólicos.
En cuanto a instrumentos de
ordenamiento territorial, el Gobierno Departamental de Maldonado
trabajó en conjunto con la UdelaR, con apoyo de la Dirección Nacional
de Ordenamiento Territorial, para la realización de un instrumento de
ordenamiento territorial de los parques eólicos en el departamento,
aunque nunca fue aprobado como normativa departamental. Este fue un
trabajo detallado que implicó una fuerte interacción entre ámbitos de
gobierno departamental y académicos, lo que fue destacado por parte de
los profesionales intervinientes en el proceso desde la academia y el
Gobierno Departamental.
Para analizar las razones del éxito
relativo de las diferentes interfaces en la generación de políticas,
clasificamos (Tabla 2) los problemas ambientales y las oportunidades
relacionados con la energía eólica en tres categorías: de contenido
biofísico, de proceso social y de proceso de decisión (Clark et al.
2009). Esta clasificación permite entender la incidencia de las ICPs y
los diferentes ámbitos relacionados con los procesos de decisión en la
solución de los problemas ambientales planteados. Como fue mencionado
anteriormente, durante el proceso de diseño de la política, el
conocimiento para la aplicación de tecnologías de energía eólica fue
clave para su desarrollo; tanto en sus aspectos de conocimiento técnico
como en su rol de brindar capacidad a las instituciones y la empresa
nacional encargada del sector eléctrico. En este caso, y en relación a
aspectos técnicos y operativos, la generación de conocimiento que
informa a la política surge de la propia institución generadora de
conocimiento y desarrollo tecnológico (FING). Se puede interpretar que
esta fue la razón por la cual esta interfaz ciencia política fue
exitosa, ya que resulta fundamental para el desarrollo de la política.
Sin embargo, estos mismos objetivos tienen en su concepción a una
interfaz con la academia y previamente un desarrollo académico
particular.
Tabla 2. Problemas y oportunidades ambientales
clasificados en aspectos biofísicos, proceso social y proceso de
decisión.
El
éxito de
esta interfaz consistió en generar conocimiento para la implementación
de una solución tecnológica (la instalación de una red de parques de
aerogeneradores) para la extracción de energía del viento. Si bien esto
presentó complejidades de diversa índole, asociadas sobre todo a los
aspectos biofísicos (sensu Clark 2009), estas pudieron ser salvadas,
posiblemente porque existía cierto consenso social y político a nivel
general en cuanto a los objetivos de incorporación de eólica que
permitió generar procesos de toma de decisiones tales como la
construcción de la política energética y la implementación del PEEU
(decision-making process), que a su vez contribuyeron a consolidar aún
más los procesos sociales (social process) (por ejemplo a la interna de
UTE) que permitieron avanzar y superar los objetivos de generación
eólica.
Por
otra parte, existieron limitaciones en el abordaje de los aspectos
ambientales y socioterritoriales locales. Estos aspectos han sido
indicados como “debilidades” en este proceso (Ardanche et al., 2017;
Rodríguez, 2013). Efectivamente, se observan diferencias en el
establecimiento y el éxito de las ICPs formales que pueden atribuirse a
su utilidad percibida en el proceso de incorporación de energía eólica,
pero también a diferencias de aceptación y valoración en relación a los
impactos. Un ejemplo de ello son las consideraciones sobre impactos
paisajísticos, aspecto que se beneficiaría de la construcción de
procesos sociales de consenso. En cambio, existía consenso entre las
instituciones impulsoras de la política que identifican en etapas
tempranas la falta de información sobre tecnologías y potencial eólico
disponible para los privados y las instituciones públicas como una
barrera para la generación eólica. Más aún, el propio proceso
planificado de generación de energía eólica surge de la interacción
entre organismos académicos (la Facultad de Ingeniería) e instituciones
del Estado (La Dirección de Energía y la UTE), y se potencia con la
incorporación de profesionales académicos en posiciones de decisión en
el Estado (Ardanche et al. 2017). Esta interfaz se mantiene a través de
acuerdos formales de generación de información y de formación de
recursos humanos y resulta en un modelo exitoso de ICP, pudiendo
asimilarse al rol de los llamados “emprendedores de política” sensu
Kingdon (1995).
La incorporación de aspectos territoriales y de impactos ambientales
locales siguió una trayectoria diferente, probablemente debido a que su
incorporación no fue percibida como un aspecto central en el desarrollo
de la eólica desde el inicio y que algunas de las problemáticas
socio-ambientales en relación a la energía eólica no fueron vistas como
impedimentos para su desarrollo. Por otra parte, la elaboración de las
reglamentaciones específicas en el marco de la EIA parece indicar que
ese instrumento se consideró suficiente para dar respuesta a los
impactos locales. Puede haber influido en este aspecto el hecho de que
la eólica se presentaba como una alternativa ambientalmente sustentable
a la generación tradicional basada en combustibles fósiles, con
impactos ambientales netos positivos, una percepción que fue mencionada
por diversos actores del proceso.
Si bien la existencia del marco regulatorio de la EIA para centrales de
energía sentaba las bases para la aplicación del instrumento a los
parques eólicos, las herramientas estratégicas más integradas tuvieron
menos éxito en su aplicación. Es relevante preguntarse cómo el
establecimiento de ICP podría haber facilitado estos procesos. Por una
parte, la EAE realizada en el marco del PEEU se llevó a cabo en forma
posterior a la formulación de las políticas eólicas y estuvo a cargo de
un equipo de consultores. El involucramiento de las instituciones
encargadas (DINAMA y DNE) fue menor y la intervención de instituciones
científicas o académicas, o participación de actores sociales, fue
limitada. De haberse generado instrumentos de Evaluación Ambiental
Estratégica en etapas tempranas podrían haberse excluido las zonas más
vulnerables a los impactos ambientales, con un costo de oportunidad
relativamente menor. Aunque los primeros mapas eólicos situaban los
mayores potenciales en zonas de serranías de alto valor paisajístico,
estudios posteriores de potencial eólico evidenciaron que Uruguay tiene
un alto potencial eólico a lo largo de su territorio, lo que habilita a
la instalación de centrales eólicas en amplias zonas del territorio.
En cuanto a los instrumentos de OT, si bien las reglamentaciones
nacionales llaman a considerar la compatibilidad de la generación
eólica con otras actividades (Ley 19.525), no existen instrumentos
específicos para estas actividades a nivel nacional. Las regulaciones
departamentales con respecto a la instalación de parques establecen
procesos de autorización por parte de las Juntas Departamentales, lo
que puede requerir estudios en cada caso, pero estas se limitan en
general a definir distancias mínimas a zonas ocupadas por centros
poblados, infraestructura, bosques u otros tipos de usos del suelo. No
es hasta que surgen conflictos de uso del territorio, en particular en
zonas de alto valor turístico del departamento de Maldonado, que se
establece una interfaz para abordar específicamente los aspectos de
ordenamiento territorial en relación a impactos paisajísticos y
ambientales a nivel del departamento. Este convenio contó con
financiamiento de la DINOT (Dirección Nacional de Ordenamiento
Territorial) e implicó un trabajo sostenido entre la UdelaR (incluyendo
las facultades de Ingeniería Arquitectura y el CURE) y el equipo de
ordenamiento territorial de la Intendencia de Maldonado, quien
demandaba el estudio. Esto derivó en una propuesta de zonificación
territorial que podría haber sido adoptada como instrumento por parte
de la Intendencia de Maldonado. Sin embargo, las recomendaciones de OT
no fueron aprobadas por la junta departamental y quedaron descartadas
luego de que asumiera un nuevo gobierno departamental que en general
desestimó estos instrumentos. De hecho, existen casos de parques
totalizando 100MW que se instalaron a pocos metros del punto más alto
del Uruguay, una zona de valor paisajístico indudable, aunque se
describen en el estudio de impacto ambiental como zonas alejadas y de
baja densidad poblacional. En estos casos, sin embargo, hay en general
pocos focos de conflictos por proximidad, aunque pueden generarse
conflictos a futuro con actividades de conservación o desarrollo
turístico. Casos como este probablemente hubieran quedado excluidos de
haber entrado en vigor la propuesta de ordenamiento propuesta en el
marco del convenio entre la Universidad y la Intendencia de Maldonado.
DISCUSIÓN
Pueden existir múltiples razones que expliquen los diferentes niveles
de éxito en la incorporación de los instrumentos de evaluación y
planificación socio-ambientales al marco regulatorio. Es frecuente que
estos instrumentos se desestimen ante la percepción de que son un
impedimento para el desarrollo de las políticas. ¿Es posible que en
este caso los instrumentos de políticas ambientales fueran vistos como
una limitante significativa para el desarrollo eólico? Sin duda algunas
regiones del territorio hubieran quedado excluidas de existir
instrumentos de OT a nivel nacional o departamental. Sin embargo, el
establecimiento temprano de una interfaz hubiera permitido generar
localizaciones alternativas sin haber limitado de forma significativa
el potencial de generación de energía a nivel nacional. Esto hubiera
podido abordar aspectos socioculturales y paisajísticos, así como
aquellos sobre las poblaciones de aves y mamíferos voladores,
excluyendo zonas ambiental o paisajísticamente sensibles, a la vez que
discriminar zonas de alto potencial turístico.
Las limitaciones en la aplicación del instrumento de Evaluación
Ambiental Estratégica (EAE) pudieron estar condicionadas por la falta
de experiencia en el país en cuanto al uso de la herramienta (fue el
primer caso de intento de aplicación) y a una llegada tardía al proceso
de toma de decisiones de estos instrumentos, percibidos además como no
fundamentales al desarrollo de la eólica, frente a la urgencia de
consolidar el desarrollo eólico en una ventana de oportunidad económica
relativamente reducida. Los procesos de generación de herramientas
específicas, como las de ordenamiento territorial que permitan limitar
los impactos, implican etapas de construcción que pueden no “llegar a
tiempo” en relación a los procesos de política. Existía la urgencia de
poder materializar los contratos y los parques rápidamente, para
aprovechar la “ventana de oportunidad” producto de la coyuntura
económica internacional. Sumado a esto, la instalación de un parque
requiere acceso a sitios para establecer una serie de medidas de viento
in situ que suele insumir al menos seis meses, con lo que pudo haberse
generado un desfasaje entre la necesidad de aprobación de los proyectos
en sitios que ya poseían series de datos por parte de la autoridad
nacional de energía en un contexto de demoras o faltas de instrumentos
para abordar los impactos ambientales.
La temporalidad política también puede ser un factor a considerar en
relación a los cambios de gobierno. El desarrollo de instrumentos de
ordenamiento territorial en Maldonado se realizó a través de una ICP
donde la Universidad de la República, a través de múltiples abordajes
disciplinarios (ingeniería, arquitectura y urbanismo, gestión
ambiental) proveía de asesoramiento al gobierno departamental para la
elaboración de los instrumentos de OT. En este caso, el desarrollo de
instrumentos que respondieran a las necesidades de los gobiernos
locales implicó un proceso de interacción fluido entre técnicos del
gobierno departamental y de la academia, pero requirió plazos que no
lograron aprobar nuevos instrumentos con anterioridad a un cambio de
gobierno sin demasiado interés en los instrumentos de planificación
territorial. En este contexto, la falta de acuerdos sobre valores
ambientales y paisajísticos puede también explicar las razones por las
que algunos de estos instrumentos no prosperaron. Es decir, no pareció
haber un convencimiento temprano a nivel político de que el impacto
paisajístico podía ser de gran relevancia, existiendo visiones
alternativas sobre el valor de un paisaje con presencia de
aerogeneradores.
La construcción de estos valores es esencial. Nuevos conflictos, como
es el caso del conflicto por la instalación de parques eólicos en un
Área Natural Protegida, en Paso Centurión, departamento de Cerro Largo
(Bergós et. al., 2019), enfatizan la necesidad de elaboración de estos
instrumentos y para ello el fortalecimiento de espacios que puedan
conjugar visiones sobre su uso. Analizar estos procesos a partir de los
modelos de decisión puede contribuir a entender formas de mejorar su
contribución a la generación de políticas más efectivas. Habermas
(1968) distingue tres modelos: decisionista (pura elección política),
tecnocrático (elección basada en el conocimiento objetivo de las
limitaciones y los hechos conocidos por los expertos) y
democrático-pragmático (elección que incorpora visiones de los
tomadores de decisión, la sociedad civil y los científicos).
El caso de la energía eólica en Uruguay y su evolución en el tiempo
ilustra precisamente el potencial impacto positivo de las interfaces y
la aplicación de estos modelos en la definición de valores conjuntos.
Las visiones negativas sobre la eólica estaban fuertemente ancladas en
UTE. Es en la etapa del PEEU cuando se logra un sincretismo que podría
llegar a entenderse como una ICP entre la UTE, la UdelaR y la Dirección
Nacional de Energía, en que la incorporación e intercambio de
conocimiento permite a su vez generar cambios en las visiones de las
personas que conforman las instituciones. El PEEU facilita además la
incorporación de sectores de la sociedad civil, por ejemplo, el sector
privado a través del apoyo a la formación de lo que es hoy la
Asociación Uruguaya de Energías Renovables (AUDER). Si bien el proceso
se puede ver en una primera lectura con centralidad en aspectos
decisionistas (la formulación del Plan Nacional de Energía se da en el
ámbito del Poder Ejecutivo) y en aspectos tecnocráticos (por la
interacción fuerte entre el poder político y el académico), se
encuentran elementos de modelos pragmático-democráticos, tanto en los
acuerdos interpartidarios de energía, que fueron la base del Plan
Energético, en la generación de ámbitos de decisión
interinstitucionales o en el apoyo a las organizaciones no
gubernamentales que fueron definitorios para el desarrollo de la
política.
CONCLUSIONES
La expansión eólica en Uruguay superó las previsiones más optimistas en
un plazo relativamente corto. La energía eólica es también vista
favorablemente desde tiendas ambientales. Esto sin duda influyó en la
capacidad de generar instrumentos de política ambiental que acompañaran
esta expansión. Si bien es posible pensar que los instrumentos
ambientales pueden ser desestimados por verse como un “freno” a las
políticas de desarrollo, de nuestro análisis se desprende que las ICP
pueden impactar positivamente en la formulación de políticas al construir procesos
sociales informados y visiones conjuntas entre los actores. Sin
embargo, esto requiere que estas interfaces se incorporen en el proceso
de formulación de políticas de forma temprana, por el tiempo necesario
para el involucramiento e intercambio entre los actores de forma de
construir acuerdos sobre los resultados más deseables.
Este trabajo es un producto del Proyecto CSIC I+D “Políticas públicas,
las ciencias medioambientales y la interfaz cienciapolítica nacional:
diagnóstico y perspectivas”, financiado por la Comisión Sectorial de
Investigación Científica (CSIC) de la Universidad de la República del
Uruguay (UdelaR). Agradecemos especialmente a R. Tejera, A. Soutullo,
A. Cordera y P. Limongi por sus valiosos aportes y comentarios en todo
el proceso de investigación, así como los aportes de P. Caldeiro, N.
Castromán, J. Cataldo, D. Collazo, A. Gutiérrez, J. Hourcade, R. Lucas,
A. Nario, V. Pastore, D. Pérez, J. Sciandro y N. Zaldúa. Agradecemos
especialmente a los técnicos y expertos entrevistados y a los
organismos que facilitaron el acceso a la información.
REFERENCIAS
Ardanche, M., Bianco, M. Cohanoff,
S. Contreras, M. Goñi, L. Simón, &Sutz. J. (2017). The power of
wind: An analysis of a Uruguayan dialogue regarding an energy policy.
Science and Public Policy 45:351-360.
Bergós, L., Chouhy, M., Garay, A.,
Gaucher, L., Grattarola, F., Perazza, G., Santos, C., Taks, J. (2019).
Ambiente, conocimiento y sociedad. Participación social, conocimiento
experto y conflictos ambientales sobre uso del suelo, energía y
biodiversidad en Paso Centurión (Cerro Largo, Uruguay). Informe final-
CSIC – Convocatoria Proyectos I+D 2016. Inédito. 177-182.
Clark, S.G. (2002). The policy
process: A practical guide for natural resource professionals. Yale
University Press.
Clark S.G., Cherney, D.N., Angulo,
I., Bernardi, R., Moran-Cahusac, C. (2009). A Problem-oriented overview
of management policy for Podocarpus National Park, Ecuador, Journal of
Sustainable Forestry, 28:6-7, 663-679
DNE-MIEM. (s/f). Política
energética 2005-2030. Disponible en:
http://www.eficienciaenergetica.gub.uy [Consultado el 25-9-2019]
EIA. (2017). Monthly energy review:
Energy information administration. https://www.eia.gov
Facultad de Ingeniería, Universidad
de la República. (FINGUdelaR) (2016). La apuesta por la energía eólica
en la última década. Recuperado de: https://www.fing.edu.uy
[Consultado el 25-9-2019]
Facultad de Ingeniería, Universidad
de la República y Ministerio de Industria, Energía y Minería.
(FING-UdelaR, MIEM) (2008). Convenio de participación del GTER de la
Facultad de Ingeniería como apoyo a la DNE, MIEM. Recuperado en:
https://www.colibri.udelar.edu.uy [Consultado el 25-9-2019]
Facultad de Ingeniería, Universidad
de la República, Intendencia Departamental de Maldonado. (FING-UdelaR,
IDM) (2011). Convenio de actividad específica. Zonificación eólica del
Departamento de Maldonado. Recuperado en: http://www.universidad.edu.uy
Graglia, J.E., (2012). En la
búsqueda del bien común. Manual de políticas públicas. Buenos Aires.
Asociación Civil Estudios Populares (ACEP) / Fundación Konrad Adenauer
(KAS) Argentina.
Güntner, J. H. (2019). How do oil
producers respond to giant oil field discoveries? Energy Economics, 80,
59-74.)
Habermas, J. (1973 [1968]). La
technique et la sciencecommeidéologie. Paris: Gallimard.
Healy, R.G. & Ascher, W.
(1995). Knowledge in the policy process: incorporating new
environmental information in natural resources policy making. Policy
Sciences 28, no. 1 1-19.
Jänicke, M. and H. Jörgens. (1998).
National environmental policy planning in OECD countries: Preliminary
lessons from cross‐national comparisons. Environmental Politics 7:27-54.
Kingdon, J.W. (1995). Agendas,
Alternatives, and Public Policy. New York, EE. UU. Harper Collins
College Publishers.
Lyytimäki J, Söderman T &
Turnpenny J. (2015). Knowledge Brokerage at the Science-Policy
Interface: New perspectives on tools for policy appraisal.
Environmental Science and Policy 51: 313-315.
Ministerio de Industrias, Energía y
Minería. (MIEM) (s.f.). Política energética 2005-2030. Recuperado en:
http://www.eficienciaenergetica.gub.uy [Consultado el 25-9-2019].
Ministerio de Industrias, Energía y
Minería. (MIEM). (2017). Balance energético nacional 2017. Recuperado
en: https://ben.miem.gub.uy
OPP. (2019). Presente y futuro de
las energías renovables en Uruguay. Oficina de Planeamiento y
Presupuesto, Montevideo.
Oszlak, O. & O´Donnell, G.
(1981). Estado y políticas estatales en América Latina: hacia una
estrategia de investigación. Centro de Estudios de Estado y Sociedad
(CEDES), Buenos Aires. OPP. (2019). Presente y futuro de las energías
renovables en Uruguay. Oficina de Planeamiento y Presupuesto,
Montevideo.
Panel Intergubernamental del Cambio
Climático (IPCC). (2014). Cambio climático 2014: Informe de síntesis.
Contribución de los Grupos de trabajo I, II y III al Quinto Informe de
Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático. Pachauri, R.K. & Meyer, L.A. (eds.). IPCC, Ginebra.
Presidencia de la República.
(2019). Avance en energías renovables ubica a Uruguay en los primeros
lugares en la materia en el mundo. Recuperado en.
https://www.presidencia.gub.uy
Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD). (2007). Proyecto URU/05/G31 Programa de
energía eólica en Uruguay (PEEU) Propuesta de Proyecto de Tamaño
Mediano. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Montevideo.
Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD). (2007). Programa de energía eólica en
Uruguay (PEEU) Propuesta de Proyecto de Tamaño Mediano. Fondo para el
Medio Ambiente Mundial. UNDP, Montevideo.
Rodríguez, H. (2013). Evaluación
final del Programa de energía eólica del Uruguay, Informe final
(versión 2.0). Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP).
Montevideo.
Söderbaum P. (2006). Democracy and
sustainable development-what is the alternative to cost-benefit
analysis? Integrated Environmental Assessment and Management: An
International Journal 2: 182-190.
URUGUAY XXI. (2017). Uruguay, a la
vanguardia en la utilización de energías renovables. Recuperado en:
https://www.uruguayxxi.gub.uy
Van den Hove, S. (2007). A
rationale for science-policy interfaces. Futures 39, 807-826.
Zahariadis, N., Allen, C.S. (1995).
Ideas, networks, and policy streams: Privatization in Britain and
Germany. Policy Studies Review, 14(1-2), 71-98.