VULNERABILIDAD ENERGÉTICA EN EL ÁREA METROPOLITANA DE BUENOS AIRES.
CARACTERIZACIÓN DEL CONSUMO Y PROBLEMÁTICAS EN EL BARRIO PRESIDENTE
SARMIENTO
ENERGY VULNERABILITY IN THE METROPOLITAN AREA OF BUENOS AIRES.
CHARACTERIZATION OF CONSUMPTION AND PROBLEMS IN THE PRESIDENTE
SARMIENTO NEIGHBORHOOD
Mauricio Agustín Briaturi
Investigador independiente. Argentina.
briaturi@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-1597-699X
Agustín Quesada
Universidad de Buenos Aires (UBA). Facultad de Ciencias Exactas y
Naturales. Argentina.
agustinquesada.geo@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-0479-2442
Agustín Villar
Consultor independiente. Argentina.
avillar89@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-0270-4901
Guillermo Mirochnic
Universidad de Buenos Aires (UBA). Facultad de Arquitectura, Diseño y
Urbanismo. Argentina.
guillermo@irarquitectura.com
https://orcid.org/0000-0001-7113-2236
Recibido: 30/05/2020 y Aceptado: 18/12/2020
ENERLAC. Volumen V. Número 1. Junio, 2021 (76 - 93)
ISSN: 2602-8042 (impreso) / 2631-2522 (digital)
Foto de Tatiana Zanon de Unsplash.
RESUMEN
En Latinoamérica existen innumerables barrios populares en donde la
provisión de energía es irregular. El conocimiento de cuánto y cómo se
consume en estos barrios es escaso y necesario para generar políticas
de inclusión. Por tanto, son objetivos de esta contribución cuantificar
el consumo de un barrio popular, comparar este consumo con la media del
sector residencial de la zona a la que pertenece y, finalmente,
caracterizar su vulnerabilidad energética. En el Área Metropolitana de
Buenos Aires, el barrio Presidente Sarmiento está compuesto de 1,174
viviendas distribuidas en 52 edificios semejantes lo que lo convierte
en un apropiado sitio de estudio. En 2018, un censo consultó por la
presencia o ausencia de 15 artefactos en las viviendas. A partir de
esta base de datos, valores de macromediciones eléctricas y
relevamientos en territorio se elaboró un modelo que permitió analizar
la distribución de los con-sumos del barrio, caracterizar los usos
finales y detectar problemas de vulnerabilidad energética. Se obtuvo
que las viviendas del barrio consumen en promedio 12,395 kWh/año, valor
levemente inferior que la media de la región. Pese a que, en general,
no abonan por la energía, al menos un 17% de las viviendas registra un
severo déficit de calefacción y agua caliente sanitaria.
Palabras clave: Barrio Presidente Sarmiento, Pobreza Energética,
Servicios Públicos, Electricidad, Gas, Calefacción, Infraconsumo,
Argentina.
ABSTRACT
In Latin America, there are countless popular neighborhoods where
energy supply is irregular. In order to generate inclusion policies in
these neighborhoods it is highly necessary to collect information about
the amount and the way in which energy is consumed. However, this type
of data is normally scarce. Therefore, the aims of this paper are to
quantify the consumption, to compare it with the average of the
residential sector in the area to which it belongs, and to characterise
its energetic vulnerability. Presidente Sarmiento neighborhood located
in Buenos Aires Metropolitan Area consists of 1,174 apartments
distributed in 52 similar buildings, which makes it an appropriate
study site. In 2018, a population census gathered data about the
existence of 15 energy artifacts in these houses. This database
together with electrical macro measurement values and surveys made in
the territory was used to develop a model that allowed analyzing the
distribution of consumption in the neighborhood, characterizing end
uses and detecting energy vulnerability problems. It was found that
dwellings in this neighborhood consume an average of 12,395 kWh/year,
slightly lower than the average for the region. Despite the fact that,
at large they do not pay for the energy supply, at least 17% of the
apartments has a severe deficiency in heating and sanitary hot water,
which is their main energy use.
Keywords: Presidente Sarmiento Neighborhood, Energy Poverty, Utilities,
Electricity, Gas, Heating, Underconsumption, Argentina.
INTRODUCCIÓN
Decenas de millones de personas en Latinoamérica viven en barrios
populares también conocidos como villas, favelas o asentamientos
informales. Los barrios populares1 se caracterizan por ser lugares con
alta densidad poblacional agrupada en viviendas humildes dentro de
trazados urbanos precarios con redes de servicios públicos informales.
En América Latina viven en estas condiciones más de 111 millones de
personas, lo que representa un 24% de su población urbana (Organización
de las Naciones Unidas, 2012). Según el relevamiento del Registro
Nacional de Barrios Populares (RENABAP, 2018), alrededor de 1,600
barrios populares se localizan dentro del Área Metropolitana de Buenos
Aires (AMBA), superando un tercio de los barrios populares de
Argentina.
La presente contribución se enmarca en trabajos en curso que está
apoyando el Banco Mundial en barrios populares del AMBA a través del
Proyecto de Transformación Urbana del Área Metropolitana de Buenos
Aires. En esta región los precarios servicios de energía (electricidad
y gas natural por red) en este tipo de poblaciones presentan rasgos
distintivos. El servicio eléctrico se encuentra inmerso dentro de un
Acuerdo Marco2 (vencido, aunque en la práctica está en aplicación),
donde las distribuidoras se comprometen a entregar energía eléctrica en
uno o más medidores colectivos instalados en los asentamientos, no
asumiendo obligación ni responsabilidad alguna respecto del tendido
eléctrico de baja tensión, ni su mantenimiento o vigilancia sobre las
redes conectadas por terceros. A su vez, el pago del servicio se
encuentra a cargo de un Fondo Especial constituido con aportes del
Estado Nacional y las provincias involucradas. Este esquema implica que
las conexiones de las viviendas no cuenten con ningún tipo de
inspección y que se desconozca el consumo energético del usuario. En
relación al servicio de gas natural por red (una excepcionalidad dentro
de este tipo de barrios) su suministro es informal, no existiendo
acuerdos formales entre la distribuidora y el Estado.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL,
2009), los estratos pobres destinan una proporción más significativa de
sus ingresos en energía y consumen una menor cantidad de energía que el
resto de los estratos sociales. No obstante, los habitantes de barrios
populares del AMBA podrían presentar un sobreconsumo de energía
producto de la gratuidad del servicio. Chévez, San Juan y Martini
(2019) sostiene que el consumo promedio de energía en poblaciones
residenciales formalizadas de la región AMBA es un 70% - 93% superior
al de los habitantes de poblaciones vulnerables o informales,
diferencia en parte provocada por el limitado acceso a artefactos
energéticos y a la red de gas natural. A su vez, en relación con la
demanda de energía residencial, Gastiarena, Fazzini, Prieto, y Gil
(2017), establece que el consumo promedio residencial en esta región de
clima templado es de 12,900 kWh/año/ vivienda, siendo la climatización
(42%), seguido del calentamiento de agua (28%), la cocción de
alimentos, (9%) y la refrigeración de alimentos (8%), los que explican
los principales usos finales de la energía.
Breve marco conceptual
La pobreza de un hogar desde el punto de vista de la energía son
problemáticas que aún tienen un escaso abordaje teórico en
Latinoamérica (Dehays y Schuschny, 2018). La pobreza energética emergió
como concepto en Europa hace casi 50 años a raíz de la crisis
energética del Reino Unido de 1973. En primer lugar, fue definida como
la incapacidad de mantener el hogar a una temperatura adecuada
(Fernández Amor, 2019; Lewis, 1982). Posteriormente, Boardman (1991)
agregó un umbral económico y propuso que la pobreza energética es la
incapacidad de un hogar de obtener servicios energéticos adecuados por
el 10% de sus ingresos. De esta manera, se establecieron alrededor de
este innovador concepto para su época tres indicadores de pobreza
energética: los elevados precios de la energía, los bajos ingresos de
los hogares y la falta de eficiencia energética de las viviendas.
A medida que se globalizó el concepto de pobreza energética requirió
adaptaciones para dar cuenta de las particularidades de cada región. No
tardaron en emerger nuevos enfoques desde donde evaluar la
problemática. Uno de los más interesantes es la propuesta de
Bouzarovski y Petrova (2015) que considera que la pobreza energética
consiste en la incapacidad de un hogar de alcanzar un nivel social y
materialmente necesario de servicios domésticos de la energía. La
novedad consiste en que esta definición permite comprender que la gente
no demanda energía per se, sino servicios energéticos como movilidad,
lavado, calefacción, cocina, refrigeración e iluminación de los que se
obtiene un beneficio para lograr el bienestar humano (Suarez, 2018).
Además, el mencionado trabajo de Bouzarovski y Petrova (2015) establece
el concepto de vulnerabilidad energética. La definen como un conjunto
de condiciones que conducen a la pobreza energética. Es la probabilidad
o propensión de un hogar a que entre en pobreza energética por no poder
recibir una cantidad adecuada de servicios energéticos. La
vulnerabilidad energética incluye factores externos como variables
culturales y las dinámicas institucionales propias de cada región que
agrega a los tres factores causales de la pobreza energética ya
mencionados, los siguiente factores: a) accesibilidad al recurso
limitada; b) asequibilidad, entendida como la desproporción entre el
coste de la energía y los ingresos del hogar; c) flexibilidad,
entendida como la capacidad de pasar de un servicio de provisión
energético a otro apropiado para las necesidades del hogar; d) baja
eficiencia energética, lo cual conlleva alta pérdida de energía útil en
el hogar durante el proceso de conversión; e) necesidades, que suponen
un desequilibrio entre los requerimientos energéticos en el hogar y los
servicios de los que se dispone; a su vez, estas necesidades están
moldeadas por razones sociales, culturales, económicas o de salud; y
por último, f) factores vinculados a prácticas ineficientes, debido a
la falta de conocimiento de programas de apoyo o maneras de utilizar la
energía de manera más eficiente. El enfoque de la vulnerabilidad
energética permite reconocer las causas más estructurales de la
privación de la energía en los hogares (Pellicer-Sifres, 2018).
La generación de políticas para la inclusión energética de los
asentamientos y urbanizaciones informales requiere conocer
particularidades y problemáticas de estas poblaciones vulnerables. En
este sentido, la vulnerabilidad energética es un concepto más
descriptivo para la compleja situación de los barrios con servicios de
energía irregulares en la zona de estudio. Teniendo en cuenta este
marco general y conceptual la contribución tiene por objetivos
cuantificar el consumo de energía (electricidad y gas natural) de las
viviendas de un barrio popular, caracterizarlo, analizar la presencia
de viviendas vulnerables energéticamente, y comparar sus consumos con
la media de consumo residencial de la región AMBA, en la que está
inmerso. Finalmente, se busca enumerar las causas estructurales que
caracterizan la problemática de la vulnerabilidad energética encontrada
en el Barrio Presidente Sarmiento del AMBA.
MÉTODOS
Descripción del sitio de estudio
En la Ciudad del Palomar, partido de Morón, Provincia de Buenos Aires,
Argentina se localiza el Barrio Presidente Sarmiento (BPS), un complejo
de 52 edificios semejantes (monoblocks) ubicado en 32 hectáreas de
dominio público, que concentra 4,249 habitantes en un total de 1,174
viviendas de 2, 3, 4 y 5 dormitorios (Figura 1). Fue construido entre
los años 1972 y 1973 como parte del Plan Nacional de Erradicación de
Villas de Emergencia (ley 17.605 del año 1968) y desde su construcción
el mantenimiento ha sido escaso, situación que provocó la presencia de
ocupación de terrenos y la construcción informal.
Si bien el BPS no se encuentra formalmente incluido como barrio popular
en las bases de datos del RENABAP, comparte con éstos ciertas
características. Gran parte de la población del BPS no cuenta con
título de propiedad. En cuanto a la provisión de los servicios, los
habitantes si bien cuentan con redes de gas natural, electricidad
(Acuerdo Marco) y agua, éstas no presentan ningún tipo de mantenimiento
y han caído en la informalidad, generando la existencia de pérdidas de
gas, pinchaduras en las cañerías de agua que pueden alterar su
características organolépticas y múltiples conexiones eléctricas
clandestinas. A su vez, los usuarios no cuentan con medidor
domiciliario.
Las viviendas del BPS están agrupadas en edificios orientados norte -
sur y este - oeste. Con el transcurso del tiempo se fueron incorporando
por autoconstrucción, viviendas en espacios verdes y espacios vacantes
(plantas de edificios sin unidades funcionales). A su vez, los
edificios han ido sufriendo modificaciones sobre su estructura
original, en particular, cuentan con ampliaciones, recambios de
carpinterías, instalaciones exteriores ad-hoc (agua, gas y
electricidad). Todas estas presentan la condición de ser irregulares,
generando exposición de muros de ladrillo sin revoque, carpinterías mal
amuradas con bajas prestaciones y tirajes mal instalados.
Figura 1. Mapa de ubicación
Fuente: Google Earth
Con objeto de observar el rendimiento energético de las viviendas, en
noviembre de 2018 se realizó un estudio termográfico sobre las fachadas
del BPS (Figura 2). Durante una madrugada invernal, se pudo detectar,
producto del contraste entre la fría temperatura ambiente y el interior
de las viviendas calefaccionadas, la existencia de puentes térmicos, es
decir, la pérdida de energía calórica por las vigas, losas y columnas
(más cálidas que la mampostería). Esto, sumado a materiales
ineficientes y escaso mantenimiento de la vivienda evidenció una mala
aislación térmica en las fachadas.
Figura 2. Termografía de uno de los edificios tipo monoblock del BPS
Fuente: Elaboración propia
Respecto a los servicios energéticos de barrio, la electricidad es
suministrada por la distribuidora local hasta dos Centros de
Transformación (CT) de media a baja, siendo el tendido interno de baja
tensión mixto, ya que presenta sectores aéreos y subterráneos. A su
vez, la distribuidora asociada a la jurisdicción del barrio, es la
responsable de suministrar el servicio de gas natural (empresa distinta
a la distribuidora encargada de brindar el suministro eléctrico). El
estado actual de la red presenta un deterioro avanzado, los gabinetes
de medidores se encuentran en mal estado y sus conexiones presentan
pérdidas. Ambos servicios presentan la condición de informales.
Partiendo de un enfoque top down se analizaron los consumos energéticos
(consumo agregado de gas y electricidad) del BPS, es decir, una
cuantificación de toda la energía requerida por los habitantes del
barrio. Para ello, se realizó el estudio de ambos vectores energéticos
en forma separada y conjunta a lo largo del periodo (2017-2018).
Respecto a los servicios de electricidad y gas natural por red se
encontró, en base a la información de macromediciones en estaciones
transformadoras3 y datos suministrados por la distribuidora de gas
natural4, que en el BPS las viviendas anualmente consumen en promedio:
-
En electricidad 17% menos que la media de la región AMBA5 (3,859
kWh/año/viv BPS vs. 4,631 kWh/año/viv AMBA)
-
En gas natural 27% más que la media de la región AMBA6 (1,041
m3/año/viv vs 819 m3/año/viv).
-
En energía (electricidad y gas natural) un 12% más que la media de la
región AMBA (15,102 kWh/año/viv vs. 13,476 kWh/año/viv).
Estos datos al surgir para el servicio eléctrico, de lecturas de
medidores de CT, y estimaciones, para el gas natural pueden provocar
una sobreestimación, por lo que requiere que se exploren con mayor
detalle. Por este motivo, en la siguiente sección se desarrolla un
modelo de consumo desde un nivel desagregado (vivienda).
Elaboración del modelo de consumo
La cuantificación de los consumos de los hogares se pudo reconstruir de
forma bottom-up a partir de un censo realizado en 20187 por el Sistema
de Información, Evaluación y Monitoreo de Programas Sociales (SIEMPRO,
2018) en el que se consultó la presencia o no de quince artefactos del
hogar: calefactor, cocina, termotanque, heladera, televisor, entre
otros (Tabla 1). Adicionalmente, para conocer los tipos de artefactos y
condiciones habitacionales del lugar se relevaron en detalle 16
viviendas del barrio. El tipo de artefactos recabado en estos
relevamientos, los consumos típicos de los artefactos establecidos para
la región (Gastiarena et al., 2017; Iannelli, Prieto y Gil, 2016) y la
información del censo de la que se extrajo la ya mencionada presencia o
ausencia de artefactos y el número de personas por hogar, constituyeron
las fuentes sobre la que se basaron los cálculos de consumo de energía.
Para obtener resultados confiables se realizó, previo a los cálculos de
consumo, una depuración de la base de datos del censo. Se eliminaron
encuestas con faltante de información, incongruencia en las respuestas
(por ejemplo: no cuenta con servicio de gas por red y posee termotanque
a gas) y viviendas con uso comerciales declarados. Por tanto, la base
utilizada para los cálculos de consumo fue de 987 viviendas, un 84.07%
del total de viviendas censadas (1,174).
Para calcular específicamente los consumos de cada vivienda se
utilizaron datos de potencia, tiempo de uso y energía anual basados en
fuentes bibliográficas asignando un consumo anual en kWh/año para los
electrodomésticos y en m3/año para los gasodomésticos (Tabla 1). En el
caso del agua caliente sanitaria (ACS), se realizaron cálculos basados
en la cantidad de habitantes de la vivienda. Para estimar el consumo
anual total de cada vivienda, se sumó el consumo anual de los
artefactos declarados en el censo. Previamente, la determinación del
consumo anual de cada artefacto se realizó mediante la revisión y
adaptación de fuentes secundarias que estudiaron los consumo en AMBA
(Gastiarena et al., 2017; Iannelli et al., 2016) o bien por
estimaciones de uso con parámetros de diseño.
Los dos principales usos energéticos del sector residencial de la
región AMBA, calefacción y calentamiento de agua sanitaria (ACS)
requirieron consideraciones particulares. En aquellas viviendas donde
no se declaró ningún sistema de calefacción, se les asignó un consumo
de gas equivalente a un calefactor a gas. Este criterio, se basa en
relevamientos territoriales realizados en el barrio en recorridos
previos, donde se detectó el uso del horno de las cocinas a gas con el
fin de calefaccionarse. Luego, para determinar el consumo anual de
energía del ACS se utilizó un método de cálculo que contempla el
consumo pasivo y el calor necesario para calentar el agua a la
temperatura de baño diferenciando las distintas tecnologías (Apéndice
I).
Tabla 1. Consumos asignados a los artefactos presentes en el censo 2018
Fuente: Elaboración propia
RESULTADOS
En base a los cálculos y supuestos adoptados indicados en la sección de
Métodos (p. 80), se obtuvo la cuantificación del consumo energético
anual (electricidad y gas natural) para cada una de las viviendas
seleccionadas del censo. Los consumos se expresan en una única unidad
[kWh]. El promedio de consumo energético resultante para el BPS es de
12,395 kWh/año/viv, levemente inferior al registrado en AMBA (13,476
kWh/año/viv) presentando como valor mínimo 831 kWh y máximo de 33,663
kWh. La distribución del consumo anual de energía (Figura 3) indica que
aproximadamente el 60% consume menos que el promedio de AMBA.
Figura 3. Consumo de gas y electricidad anual de las viviendas según el
modelo
Fuente: Elaboración propia en base a los resultados obtenidos del censo
y la estimación de consumos según el modelo
La distribución observada (Figura 3) permitió clasificar las viviendas
de forma relativa según cuatro niveles de consumo. Estos niveles son
perfiles de muy bajo, bajo, alto y muy alto consumo (Tabla 2). El
criterio utilizado para el armado de perfiles se basó en observar la
dispersión de los consumos energéticos de las viviendas del BPS
respecto del consumo promedio del AMBA, identificando a aquellas
viviendas con consumos por encima y por debajo del 50% del promedio
AMBA, como perfiles de consumos muy altos y muy bajos respectivamente.
A continuación, se presenta un análisis detallado de cada uno de estos
grupos, explicando sus rasgos distintivos y diferentes usos de la
energía.
El censo realizado reveló que el 94% de las viviendas cuentan con
artefactos de cocina a gas, heladera y TV. De esa población, 80% posee
lavarropas. No obstante, existe una mayor dispersión en los artefactos
utilizados para climatización (calefacción y refrigeración) y ACS, los
cuales representan la mayor parte de los usos finales energéticos
residenciales. En el caso de estufas, termotanques y calefones, se
puede observar que el perfil de muy alto consumo utiliza
mayoritariamente como fuente energética el gas natural, mientras que
esto no ocurre en el sector de muy bajo consumo, ya que no cuenta con
la presencia de estos artefactos, o bien, de poseerlos, son abastecidos
mediante electricidad.
Tabla 2. Agrupamiento de las viviendas en cuatro perfiles según el
consumo de energía total anualizado y el porcentaje de tenencia de
artefactos por grupo
Fuente: Elaboración propia en base a los resultados del censo 2018
En la Figura 4 se presentan, para cada perfil de consumo, los usos
finales de la energía promedio obtenido a través del modelo elaborado.
Se incluye también los usos finales que tienen una vivienda promedio
del BPS y del AMBA.
Figura 4. Usos finales de la energía
Fuente: Elaboración propia en base a resultados del modelo y
proporciones de usos en AMBA según Gastiarena et al. (2017)
Los distintos perfiles de consumo presentan algunos rasgos distintivos
respecto a los usos finales de la energía. En un extremo, dentro del
perfil de muy bajo consumo, se evidencia una ausencia de equipos de
climatización y ACS, situando en vulnerabilidad extrema a esas
viviendas desde el punto de vista energético, imposibilitando la
satisfacción de los principales usos residenciales de la energía. A su
vez, la falta de estos dos usos, generalmente abastecidos mediante gas
natural en AMBA, ocasiona una mayor participación de la energía
eléctrica, 72%, en relación al uso de gas. El resto de los perfiles
identificados respetan la relación de participación de las fuentes
energéticas existente en el AMBA.
En el otro extremo, en el perfil de muy alto consumo, se puede observar
que la energía destinada a abastecer el ACS presenta una participación
del 55%, superior al promedio del BPS (38%). Esto se explica porque el
método de cálculo presupone una demanda diaria de ACS de 56 litros por
habitante. Este perfil al presentar una alta densidad poblacional por
vivienda, 6.48 hab/viv (frente a 3.8 hab/viv promedio del barrio)
evidencia mayores consumos energéticos, situación que se refleja en una
mayor participación en los usos finales de la energía del ACS.
Analizando los dos perfiles intermedios, se destaca que el de alto
consumo exhibe un aumento respecto al de bajo consumo, en términos
absolutos, de la energía destinada a la climatización y ACS, explicado
por la mayor presencia de equipos con estos fines. Porcentualmente,
ambos perfiles tienen una participación similar en el uso de ACS, algo
que no ocurre con la energía destinada para climatización, donde en el
perfil de alto consumo alcanza una participación del 34% frente a la
del 21% del perfil de bajo consumo. Este aumento en la energía para
climatización es la principal diferencia entre ambos perfiles de
consumo.
Al comparar los consumos promedio energéticos y sus usos finales del
BPS con la situación media del AMBA se pone de manifiesto que: a) BPS
presenta un consumo promedio de energía levemente inferior al AMBA (8%)
y, b) respecto a la calefacción, la baja cantidad de artefactos
relevados en las viviendas del BPS, presupone un déficit de
calefacción, por ende, el ACS adquiere una mayor participación en los
usos finales de la energía que la observada en el AMBA (Figura 5).
Figura 5. Comparación de los usos finales promedio de la energía entre
el BPS y AMBA
Fuente: Elaboración propia en base a resultados del modelo y
proporciones de usos en AMBA según Gastiarena et al. (2017)
DISCUSIÓN
Bondades y limitaciones del modelo generado
Los datos obtenidos mediante el modelo basado en los artefactos
declarados en el censo del BPS se encuentran alineados con lo
presentado en la sección de Descripción del sitio de estudio (p. 80).
En el caso de la electricidad, la estimación obtenida en este informe
representa el 93% del consumo medido en transformador. La diferencia
puede atribuirse a la ausencia de información detallada proveniente del
censo (solo figura la tenencia, pero no revela las características ni
la forma de uso de los distintos artefactos) que puede generar una
subestimación de los consumos o bien puede deberse a otros usos del
transformador no declarados. En el caso del gas natural, el ajuste
entre las estimaciones realizadas y las de la empresa proveedora
alcanza al 78%, esto puede explicarse por el hecho de que en las
estimaciones de la distribuidora más del 70% de los clientes caen en
una categoría tarifaria r23 con consumos entre 800-1000 m3/año,
situación que no se ve reflejada en la tenencia de artefactos a gas.
Respecto a las proporciones de gas y electricidad como fuentes
energéticas para el BPS (71% y 29%), el modelo es consistente con las
mediciones realizadas por Gastiarena et al. (2017), donde un usuario
con ambos suministros consume el 79% de su energía en forma de gas.
En concordancia con Chévez et al. (2019), el consumo promedio de
energía del BPS se encuentra por debajo de la región AMBA, lo cual pone
de manifiesto que la gratuidad del servicio, no genera per se un
sobreconsumo. Esto se pone en evidencia en la baja tenencia de
artefactos del barrio para abastecer los principales usos energéticos
(climatización y ACS), lo que indica, por un lado, que la condición de
pobreza de los habitantes impide hacerse de artefactos fundamentales
desde el punto de vista energético (pobreza energética) y, por otro,
como consecuencia de ello podría marcar patrones de confort distintos
propios de su situación socioeconómica y cultural.
Un aspecto a destacar, es que el modelo que se desarrolló presenta una
participación del ACS superior al definido por Chévez et al. (2019)
pero en concordancia con otros autores como Iannelli et al. (2016). La
vinculación del consumo de energía para ACS con la cantidad de
habitantes de la vivienda, es un aspecto necesario a considerar en
estas poblaciones, donde la densidad poblacional es superior a la del
promedio del AMBA. El modelo elaborado presenta lógicas limitaciones
relacionadas con la falta de información disponible, completa y robusta
sobre la eficiencia energética de los artefactos y, sobre los modos de
uso de la energía dentro del hogar, lo cual llevó a adquirir supuestos
a la hora de inferir los consumos energéticos. Por ello, si bien la
combinación de cálculos y estimaciones tipo top-down y bottom-up
realizados no pueden ser concluyentes sobre los consumos de una
vivienda específica, sí permitieron el análisis agregado del barrio y
la clasificación de sus viviendas según los distintos niveles de
consumo (de muy alto a muy bajo) realizados.
Características de la vulnerabilidad energéticas en barrios populares
del AMBA
De la experiencia adquirida en los estudios del BPS se pudo observar
que la vulnerabilidad energética, originada por un conjunto de factores
internos y externos, en los términos de Bouzarovski y Petrova (2015) es
de tal complejidad en AMBA que puede reformularse en cuatro dimensiones
causales de la problemática. Entre los factores externos vale la pena
mencionar en primer lugar, la dimensión política de este problema.
Entre las causas asociadas a esta dimensión se halló que la alternancia
entre gobiernos, la discontinuidad en los abordajes, la falta de
consensos y la inexistencia de datos sobre consumos genera usuarios
cautivos bajo un servicio de mala calidad. Por otro lado, existe una
dimensión socio-económica de la vulnerabilidad energética en los
barrios populares. Aquí la irregularidad en la titularidad de las
viviendas y la falta de recursos económicos dan lugar a un uso no
planificado de la energía y problemas de acceso a artefactos que
garantizan un confort mínimo en la vivienda (climatización y ACS).
En tercer lugar, se hallan los problemas en la infraestructura de las
redes que proveen la energía. Aquí las redes sin mantenimiento con
múltiples conexiones informales y ausencia de medidores devienen en
frecuentes cortes en los servicios, pérdidas o fugas con la
probabilidad de la ocurrencia de accidentes y destrucción de artefactos
del hogar. Por último, su dimensión habitacional donde el déficit de
artefactos de calefacción y ACS, la mala aislación térmica e hidrófuga
de las viviendas genera una situación de déficit en las condiciones de
confort en la población con el consecuente aumento de enfermedades. En
síntesis, en el caso de estudio una parte significativa de la población
se encuentra en condiciones subclimatizadas pese a que no pagan por la
energía. Dicha situación se encuentra en sintonía con el concepto de
vulnerabilidad energética en donde los problemas de privación de los
beneficios que otorgan los servicios energéticos tienen causas
estructurales que trascienden la visión económica que propone la
pobreza energética. La experiencia de los autores en otros sectores
residenciales de la región permite afirmar que esta caracterización
debe considerarse en general en los barrios populares de la región
latinoamericana AMBA.
CONSIDERACIONES FINALES
El BPS se desarrolló hace más de 40 años como un plan de viviendas
sociales bajo un estilo de urbanización formal. Su abandono y la
coyuntura de inestabilidad económica general lo llevó a la situación de
vulnerabilidad energética caracterizada. Un aspecto de interés del caso
de estudio, BPS, es que puede ser visto como una mirada al futuro de la
vulnerabilidad que pueden llegar a sufrir, en cuanto a servicios
públicos, los actuales planes de vivienda en construcción si no se
complementan con una adecuada planificación y seguimiento. Las
dimensiones descritas llevan a pensar la pobreza y vulnerabilidad
energética no solo como un problema de capacidad de pago para obtener
los servicios de energía sino como una situación en donde conviven
varios factores causales de orden estructural. La estrategia de
abordaje para una inclusión de los usuarios debe contemplar por tanto
soluciones desde un enfoque holístico del problema y que den mejoras
paso a paso. La formulación de pruebas piloto consensuadas con las
poblaciones y el seguimiento de sus resultados parecieran ser opciones
más viables que los laboriosos y extensos planes estratégicos que muy
esporádicamente llegan a aplicarse.
Recomendaciones
En la actualidad, existe un desconocimiento general sobre los consumos
energéticos y variables de confort de este tipo de poblaciones. Para
elaborar políticas energéticas inclusivas en barrios populares resulta
de vital importancia avanzar en la generación de información confiable
y robusta que permita comprender el nivel de consumo y los usos de
energía de sus habitantes. Los resultados de esta contribución son una
valiosa herramienta para la toma de decisiones.
Los organismos de crédito internacionales suelen tener en cuenta el
ahorro energético que produzcan sus instrumentos de financiamiento en
el sector residencial. Tomando como ejemplo el BPS, donde la energía
destinada al ACS representa el mayor consumo (aun cuando gran parte de
la población, 15%, no cuenta con equipos para este uso), si se
implementara una medida de eficiencia energética, su principal enfoque
debería estar en el recambio de equipos de ACS. Esta medida tendría un
doble efecto, por un lado, disminuiría el consumo de energía en el 85%
de las viviendas y por otro, incrementaría el consumo energético de las
restantes que no cuentan con estos artefactos, mejorando su confort.
AGRADECIMIENTOS
La presente contribución fue realizada con apoyo del Energy Sector
Management Assistance Program (www.esmap.org) en el marco del Proyecto
de Transformación Urbana del Área Metropolitana de Buenos Aires del
Banco Mundial.
APÉNDICES
Para el calentamiento de agua sanitaria se tuvieron en cuenta distintas
tecnologías y se estimaron los consumos según el tipo de funcionamiento
como se detalla a continuación. En todos los casos se asoció el consumo
a la cantidad de personas que habitan la vivienda tomando un consumo
típico de agua caliente de 56 litros/día/persona (Iannelli et al.,
2016).
Calefones abastecidos por gas natural distribuido por red. Para esta
tecnología se consideró un equipo típico en Argentina que cuenta con
llama piloto, identificada como un consumo pasivo. Entonces el consumo
se explica por el consumo pasivo, Vp, equivalente a 0.5 m3 GN (Bezzo et
al., 2011) más el requerido para que el agua de red de un salto térmico
hasta alcanzar la temperatura de confort, Vc. Por un lado, se consideró
la temperatura del agua de red como, Tf = 17 °C, y la temperatura del
agua caliente como, Tc = 42 °C.
Donde,
Vcal, es el consumo del calefón a gas expresado en m3GN/día
Vp, es el consumo de gas de la llama piloto en m3GN/día
Vc, es el consumo de gas para calentar el agua desde Tf a Tc en
m3GN/día
Además,
Donde,
Rcal, es el rendimiento del calefón, 70% (Iannelli et al, 2016).
Qag, es el calor necesario para que un volumen de agua, Vag, incrementa
su temperatura de Tf a Tc (expresado en unidades de kCal).
Qgas, es el calor que contiene un volumen de gas natural, Vc.
Cag, es el calor específico del agua = 1 kCal/l/K
Hg, es el poder calorífico superior del gas natural (equivalente a
9,300 kCal/m3GN)
Reemplazando
Donde,
n, es la cantidad de personas que habitan la vivienda.
Calefones eléctricos: en este caso, la tecnología no cuenta con
consumos pasivos relevantes por lo que solo existe el término de
energía para el calentamiento de agua desde una Tf a Tc.
Donde,
n, es la cantidad de personas que habitan la vivienda.
Termotanques a gas: para el cálculo del consumo de equipos de
acumulación se consideraron dos términos, uno que contempla el volumen
de agua que debe mantenerse caliente durante todo el día, denominado
calor de almacenamiento, QM24, el cual está relacionado con el volumen
y la aislación del equipo y, otro, referido a la energía asociada al
salto térmico del volumen de agua.
Para un modelo típico de termotanque gas “Clase E” existente en el
mercado argentino, que presenta un consumo total de 1.6 m3GN/día para
calentar 185 l/día, se obtiene que el QM24=0.77 m3GN/día y el consumo
de gas para lograr el salto térmico es de 0.83 m3GN (Iannelli et al.,
2016). Dado que los autores consideraron un valor promedio de 3.3
personas, se realizaron los cálculos para obtener el consumo de manera
de poder afectarlo al valor real de los habitantes de las viviendas.
Donde,
Rter, es el rendimiento del termotanque, 60% (Iannelli et al., 2016).
Qag, es el calor necesario para que un volumen de agua, Vag, incrementa
su temperatura de Tf a Tc (expresado en unidades de kCal).
Reemplazando
Termotanque eléctrico: partiendo de un termotanque eléctrico “Clase A”
existente en el mercado argentino de 80/90 litros con 30 mm de
aislación como Qe = 6.74 kWh/día para un promedio de 3.3 personas
(Iannelli et al., 2016). Utilizando las Fórmula 7, se obtiene que QM24
= 1.37 kWh/día y Qag = 1,627 kWh/día/ persona * n
REFERENCIAS
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Pie de Página:
1 Un Barrio Popular, según el decreto 2760 de 2015 y la ley nacional
27453 del año 2018 del Estado argentino, es aquel que reúne al menos a
8 familias agrupadas o contiguas, donde más de la mitad de la población
no cuenta con título de propiedad del suelo ni acceso regular a dos, o
más, de los servicios básicos (red de agua corriente, red de energía
eléctrica con medidor domiciliario y/o red cloacal).
2 Este Acuerdo Marco, firmado por las empresas distribuidoras sometidas
a jurisdicción nacional, el Estado Nacional y la Provincia de Buenos
Aires, y aprobado por el Decreto N° 1972/2004, dispuso las condiciones
bajo las cuales se realizará la distribución de energía eléctrica en
los barrios carenciados definidos como Asentamientos Categoría A y B,
según la posibilidad de abrir calles y regularizar la situación
parcelaria. El Acuerdo Marco fue prorrogado mediante una Adenda
suscripta por las partes y ratificada por la Resolución 900/2008 del ex
Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, y
el Decreto 732/09 de la Provincia de Buenos Aires. Pese al tiempo
transcurrido, al día de hoy, las partes no han suscripto otro acuerdo
prorrogando en la práctica su vigencia.
3 Dato de macromedición en centros transformadores, suministrado por la
distribuidora eléctrica local para el período abril 2017 a marzo 2018.
Al valor informado se le consideró un 10% perteneciente a consumos de
locales comerciales.
4 Datos suministrados por la empresa distribuidora de gas natural abril
2017 a marzo 2018. El dato se basa en estimaciones ya que el BPS no
presenta lecturas de medidores desde hace más de dos décadas. El
criterio utilizado para la estimación consiste en asignar la categoría
tarifaria promedio que las viviendas tenían en sus últimas lecturas y
asignarle el consumo promedio de la categoría en la actualidad.
5 Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (CAMMESA).
6 Ente Nacional Regulador del Gas (ENARGAS).
7 Durante los meses de abril y mayo de 2018, el Sistema de Información,
Evaluación y Monitoreo de Programas Sociales (SIEMPRO), en articulación
con distintas dependencias del gobierno de la Provincia de Buenos
Aires, el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales
(CNCPS), el programa Barrios Seguros de Gendarmería Nacional y el
Municipio de Morón, realizó un relevamiento socio-habitacional en los
barrios Presidente Sarmiento y Carlos Gardel.