CONTRIBUCIÓN DE LA CADENA PRODUCTIVA DE LA ENERGÍA EN LAS EMISIONES DE GASES DE EFECTO INVERNADERO EN ARGENTINA
CONTRIBUTION OF THE ENERGY VALUE CHAIN IN ARGENTINA’S GREENHOUSE GAS EMISSIONS
Maxime Le Bail
Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente. México.
maximelebail@hotmail.com
http://orcid.org/0000-0002-1386-7370
Recibido: 22/06/2020 y Aceptado: 30/09/2020
ENERLAC. Volumen IV. Número 2. Diciembre, 2020 (132 -145)
ISSN: 2602-8042 (impreso) / 2631-2522 (digital)
Foto de Ant Rozetsky de Unsplash.
RESUMEN
Este artículo presenta las
emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de Argentina, detallando
su procedencia por sector, analiza la Contribución Prevista y
Determinada a Nivel Nacional (INDC, por sus siglas en inglés)
comprometida ante la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio
Climático (CMNUCC) y la factibilidad de que se cumpla, y estudia las
implicaciones de la pandemia de coronavirus Covid-19 sobre las
emisiones del país. De manera transversal, hace énfasis en el sector
energético y demuestra su fuerte contribución en los GEI totales del
país. Lo anterior se realiza mediante el estudio de las comunicaciones
oficiales del país, de la CMNUCC, de la Agencia Internacional de
Energía y del Programa de las Naciones Unidas para Medio Ambiente, así
como de diversos artículos de investigación y de notas periodísticas.
Palabras clave:
Cambio Climático, Gases de Efecto Invernadero, Contribución Prevista y
Determinada a Nivel Nacional, INDC, Energía, Covid-19, Argentina.
ABSTRACT
This paper gives an overview of the
emissions of greenhouse gases (GHG) in Argentina, detailing their
origin by sector; then, it analyzes the Intended Nationally Determined
Contributions (INDC) presented to the United Nations Framework
Convention on Climate Change (UNFCCC) and the feasibility of their
compliance, and studies the implications of the coronavirus pandemic
Covid-19 on the country’s emissions. In a transversal way, it
emphasizes on the energy sector and demonstrates its wide contribution
to the country’s total GHG. This is done by anali-zing the official
communications of the country, of the UNFCCC, of the International
Energy Agency and of the United Nations Environment Programme, as well
as several research papers and articles in the medias.
Keywords: Climate Change, Greenhouse Gases, Intended Nationally Determined Contributions, Energy, INDC, Covid-19, Argentina.
INTRODUCCIÓN
Argentina ha asumido compromisos
ante la comunidad internacional en materia de combate al cambio
climático al presentar su Contribución Prevista y Determinada a Nivel
Nacional (INDC, por sus siglas en inglés) en octubre de 2015, antes de
la vigésimo primera reunión de la Convención de las Partes celebrada en
París donde se firmó el Acuerdo homónimo, posteriormente ratificado y
promulgado por el país mediante la Ley 27270.
Siendo un país con una matriz
energética dominada casi exclusivamente por los recursos fósiles, y
cuyo consumo energético final es compuesto en un 75% de derivados de
petróleo y gas natural (Agencia Internacional de Energía, 2020), las
emisiones del sector energético en Argentina representan poco más de la
mitad de las emisiones totales (Moreira Muzio, M., 2019), por lo que el
cumplimiento de dichos compromisos implica inevitablemente la reducción
de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en ese sector.
Para lograrlo, el país ha
desarrollado el Plan de Acción Nacional de Energía y Cambio Climático y
ha emprendido varias acciones que tienden a la disminución de las
emisiones de GEI. Sin embargo, a la par, se siguen impulsando las
actividades de explotación de hidrocarburos convencionales y
no-convencionales, lo que podría poner en riesgo los compromisos
asumidos.
Por otro lado, la pandemia de
Covid-19 podría participar en la reducción de emisiones: para
enfrentarla, el país ha tomado fuertes medidas de contingencia,
restringiendo la movilidad de las personas al establecer un aislamiento
social, preventivo y obligatorio para toda la población y tomando
diversas medidas en materia de transporte público, por lo que la
demanda de petrolíferos y la quema de combustibles ha disminuido
considerablemente; por ende, las emisiones deberían de haber disminuido
en ese sector durante el 2020.
Entonces, ¿qué medidas considera
Argentina para disminuir sus emisiones en el sector energético? ¿Serán
suficientes para cumplir a cabalidad con los compromisos adquiridos?
¿La pandemia de Covid-19 habrá contribuido lo suficiente en la
reducción de emisiones?
Este ensayo presenta las emisiones
de GEI de Argentina, analiza la INDC comprometida por el país ante la
Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) y
la factibilidad de que sea cumplida, y estudia las implicaciones de la
actual pandemia de coronavirus Covid-19 sobre las emisiones del país.
De manera transversal, hace énfasis sobre la contribución del sector
energético.
EMISIONES DE GASES DE EFECTO INVERNADERO EN ARGENTINA
La Secretaría de Ambiente y
Desarrollo Sustentable de Argentina reporta que 364 millones de
toneladas de dióxido de carbono equivalente (MtCO2e)
de GEI fueron emitidas en 2016 en el país (Moreira Muzio, M., 2019). Lo
anterior representa cerca del 0.7% de las emisiones totales a nivel
mundial (UNEP, 2016) y posiciona a Argentina como el vigésimo noveno
país que más GEI emite. Entre 1990 y 2016, sus emisiones de GEI
aumentaron un 35%.
De esos 364 millones de toneladas, 232 MtCO2e son de dióxido de carbono (CO2), representando cerca del 64% de las emisiones totales del país, mientras que 79 MtCO2e son de metano (CH4), 48 MtCO2e de óxido nitroso (N2O), 5 MtCO2e de Hidrofluorocarbono, y menos de un millón de toneladas de CO2e de perfluorocarbonos y hexafluoruro de azufre (Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, 2019).
Con una población total de 43.51
millones de habitantes (Ourworldindata.org, 2020) y un Producto Interno
Bruto (PIB) de alrededor de 447 mil millones de dólares
(Ourworldindata. org, 2020), ello representa la emisión de 8.37
toneladas de CO2 equivalente per cápita y 814 tCO2e por millón de dólares de PIB.
Poco más de la mitad de dichas emisiones (el 53%) fueron emitidas por el sector energía con 193 MtCO2e emitidas, mientras que el 37% fue emitido por el sector agropecuario (136 MtCO2e), el 6% por los procesos industriales y el uso de productos (20 MtCO2e), y el 4% por los residuos (15 MtCO2e).
Figura 1. Emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por sector en Argentina en 2016
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Moreira Muzio, M. (2019)
El sector energía
El sector energía emitió 193 MtCO2e en 2016, representando poco más de la mitad de las emisiones totales del país durante dicho año (Moreira Muzio, M., 2019).
Este sector incluye todas las
emisiones de GEI que emanan de la combustión de combustibles fósiles,
que representan el 94% de las emisiones de este sector, y las emisiones
fugitivas, que representan el 6% restante.
Dentro de las emisiones que emanan
de la combustión de combustibles fósiles, cabe resaltar la fuerte
participación de la industria de la energía: la refinación del
petróleo, la fabricación de combustibles sólidos y otras industrias
energéticas, y la producción de electricidad y calor representan el 33%
de las emisiones en este sector; por su parte, el transporte representa
el 26% de las emisiones de este sector, mientras que la quema de
combustibles de uso residencial, comercial y agropecuario representa el
18%, delante de la quema de combustibles de la industria manufacturera
y de la construcción que representa el 17%. A lo definido por Moreira
Muzio, M. (2019), faltaría agregar la extracción de hidrocarburos que
genera amplias emisiones.
Este sector duplicó sus emisiones en las tres últimas décadas, conociendo un aumento de 97.9 MtCO2e en ese periodo, al pasar de 95.5 MtCO2e en 1990 a 193 MtCO2e
en 2016. El aumento fue particularmente fuerte a partir del año 2000,
año que corresponde tanto al inicio del aumento de la producción de gas
natural en el país, como del consumo de derivados de petróleo, gas
natural y electricidad (Moreira Muzio, M., 2019).
Según la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable (2019), el 96% de las emisiones en este sector fueron de CO2, debido a la quema de los combustibles fósiles.
El sector agropecuario
El sector agropecuario emitió 136 MtCO2e en 2016, representando el 37% de las emisiones totales del país en ese año (Moreira Muzio, M., 2019).
En este sector, se incluyen la
gestión de ganado vivo y de estiércol, que representan el 41% de las
emisiones de este sector, así como las emisiones de los suelos
gestionados y las emisiones de la aplicación de fertilizantes, que
representan el 36% de las emisiones, y las emisiones y absorciones de
tierras forestales, tierras de cultivo, pastizales, y otros tipos de
uso de la tierra, que representan el 23% de las emisiones en este
sector.
Sus emisiones han oscilado constantemente, conociendo un aumento de +33% entre 1990 y 2000 al pasar de emitir 158.8 MtCO2e a 211 MtCO2e,
debido particularmente a una fuerte intensificación de la agricultura
en el país. A raíz de la crisis de 2001, la producción bajó hasta
llegar a emitir 177.7 MtCO2e en 2010, antes de aumentar nuevamente en 2012 a 194.8 MtCO2e.
Desde 2012, las emisiones de este sector están disminuyendo de manera
continua (Moreira Muzio, M., 2019). Lo anterior revela, de manera
global, una disminución de 22.3 MtCO2e, cerca del 15%, en las emisiones de este sector entre 1990 y 2016.
Los GEI en este sector son, en orden de importancia, el CH4 (43%) debido a la crianza bovina principalmente, el N2O (34%) debido al uso de fertilizantes, y el CO2 (23%) debido al cambio de uso de suelo para los cultivos (Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, 2019).
Procesos industriales y uso de productos
Los procesos industriales y el uso de productos emitieron 20 MtCO2e en 2016, representando aproximadamente el 6% de las emisiones totales de GEI del país en ese año (Moreira Muzio, M., 2019).
Este sector incluye todas las
emisiones de GEI generadas como resultado de la reacción entre materias
primas empleadas en diferentes procesos químicos.
Las emisiones de este sector
provienen en un 35% de la industria de los minerales, así como de la
industria de los metales que representa el 26% de las emisiones en este
sector, mientras que el uso de productos y la industria química
representan respectivamente el 26% y el 13%.
El sector multiplicó sus emisiones por 2.4 desde 1990, conociendo un aumento de 11.7 MtCO2e en ese periodo al pasar de emitir 8.4 MtCO2e a 20.1 MtCO2e. Dicho aumento fue relativamente constante, a una tasa de 0.45 MtCO2e
por año, conociendo su mayor aceleración en el periodo post-crisis 2001
debido a la reactivación de la economía y del sector secundario
(Moreira Muzio, M., 2019).
Dicho sector emite particularmente CO2
(71%) e hidrofluorocarbonos (28%), principalmente debido a la
producción de cemento, de hierro y acero (Secretaría de Ambiente y
Desarrollo Sustentable, 2019).
Residuos
Los residuos emitieron 15.4 MtCO2e en 2016, representando aproximadamente el 4% de las emisiones totales de GEI del país en ese año (Moreira Muzio, M., 2019).
En el sector se incluyen las
emisiones de GEI que se generan debido a la disposición, tratamiento y
gestión de residuos sólidos y de aguas residuales.
Las emisiones de este sector
provienen en un 58.9% de la eliminación de residuos sólidos, y en un
40.9% del tratamiento de aguas residuales. El 0.2% restante proviene de
la incineración de residuos.
Este sector duplicó sus emisiones en las tres últimas décadas, pasando de 7.6 MtCO2e en 1990, a 15.4 MtCO2e en 2016. Su aumento ha sido constante sobre este periodo, a una velocidad de 0.3 MtCO2e por año (Moreira Muzio, M., 2019).
Los GEI generados en este sector son principalmente el CH4 (94%) y el N2O (6%) (Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, 2019).
Así, si bien el sector procesos
industriales y el uso de productos es el que conoció el mayor aumento,
en cifras brutas es el sector energía que mayor aumento conoció en el
periodo 1990-2016. Ante este panorama, Argentina ha desarrollado
algunos compromisos de reducción de emisiones que fueron presentados
algunas semanas antes de la Vigésimo Primera Conferencia de las Partes
(COP 21).
CONTRIBUCIÓN PREVISTA Y DETERMINADA A NIVEL NACIONAL DE ARGENTINA
Argentina presentó su INDC el 1 de
octubre de 2015, antes de la COP 21, realizada en París, Francia.
Después de firmar y ratificar el Acuerdo de París, el país tomó la
decisión de realizar un esfuerzo de revisión de su INDC, por lo que
sometió un nuevo documento el 17 de noviembre de 2016 en el marco de la
COP 22 (CMNUCC, sin fecha).
El INDC fue desarrollada con base
en los resultados de la Tercera Comunicación Nacional de la República
Argentina sobre Cambio Climático (Secretaría de Ambiente y Desarrollo
Sustentable de la Nación, 2015), misma que toma en cuenta el Inventario
Nacional de GEI de 2012 que reporta emisiones del orden de 429 MtCO2e. Las cifras que se mencionan a continuación podrán entonces diferir de las presentadas anteriormente en este ensayo.
Entrega de la INDC
En la primera entrega de la INDC (República Argentina, 2015), Argentina presentó un escenario de línea de base Business as usual (BAU) con una proyección que inicia en el año 2005 con 450 MtCO2e y llega al año 2030 con emisiones de GEI equivalentes a 670 MtCO2e.
La meta incondicional de reducción pretendía la reducción de 15% de
emisiones para el año 2030 con respecto de su BAU, es decir que
Argentina llegaría a emitir 570 MtCO2e
en ese año. Aunado a la meta incondicional, Argentina propuso reducir
de manera condicionada el 30% de las emisiones de GEI para 2030 de
recibir financiamiento internacional, transferencia de tecnologías y
capacitación adecuada, entre otros; el país estaría entonces emitiendo
470 MtCO2e.
Figura 2.
Proyección de emisiones de Argentina al año 2030 según un escenario de
línea de base BAU, y la reducción de emisiones gracias a la meta
incondicional y la meta condicionada
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de República Argentina (2015)
Primera revisión de su INDC
En la primera revisión de su INDC
(República Argentina, 2016), Argentina presenta una nueva línea de base
BAU que empieza en alrededor de 300 MtCO2e en 1990 y alcanza 592 MtCO2e en 2030. De manera incondicional, se compromete a realizar una reducción de 18% equivalente a 109 MtCO2e sobre esta proyección, lo que significaría que el país no deberá emitir más que 483 MtCO2e
en 2030. Aunado a lo anterior, de manera condicionada, propone una
reducción de hasta 37%, equivalente a una reducción de 223 MtCO2e; el país estaría emitiendo entonces 369 MtCO2e en 2030, una cifra similar a lo que se emitió en 2016.
Figura 3.
Proyección de emisiones de Argentina al año 2030 según un escenario de
línea de base BAU, y la reducción de emisiones gracias a la meta
incondicional y la meta condicionada, derivado de la primera revisión
de su INDC
Fuente: República Argentina (2016)
Cabe
resaltar las grandes diferencias entre el primer escenario presentado
en 2015 y el segundo escenario presentado en 2016 donde existe una
discrepancia de 50 MtCO2e para el año 2005 (datos históricos) y de hasta 78 MtCO2e
para la proyección al año 2030. Por ende, la declaración relativa a que
su contribución fue mejorada “planificando medidas de mitigación
incondicionales que logran bajar su meta al 2030 de 570 a 483 millones
de tCO2eq”
debe ser moderada; Argentina reconoce que ello es principalmente debido
al “cambio a metodología” utilizada para estimar las emisiones, entre
la INDC y su primera revisión, lo que permitió “mejorar la calidad del
inventario evitando la sobreestimación de las emisiones agrícolas”.
Finalmente, la “revisión de más de 50 medidas incondicionales y la
incorporación de nuevas medidas más ambiciosas” habrán resultado
únicamente en la reducción adicional de 9 MtCO2e. De igual manera, la revisión de las metas condicionadas aportó únicamente la reducción adicional de 19 MtCO2e.
Aunada a la tímida revisión de sus
compromisos, Argentina no explicita las medidas que tomará para lograr
dicha reducción; sólo menciona lo siguiente: “la meta se logrará a
través de la implementación de una serie de medidas a lo largo de la
economía, focalizando en los sectores de energía, agricultura, bosques,
transporte, industria y residuos”.
En cambio, existe mucho mayor grado
de detalle respecto a las acciones de adaptación que el país se
compromete a emprender: “ampliación de las redes de monitoreo, el
fortalecimiento de los sistemas de alerta temprana y los servicios
climáticos para la salud, seguridad alimentaria, el agua, la energía y
la reducción de riesgos de desastres”, “impulso a proyectos de I+D y de
tecnologías como así también de buenas prácticas productivas”, “mapeo
de vulnerabilidades y riesgos climáticos como herramienta de
diagnóstico del estado de situación y apoyo a la gestión de la
adaptación al cambio climático”, “cuantificación económica de los
impactos del cambio climático”, “creación de capacidades en recursos
humanos y la mejora en la coordinación interinstitucional para la
planificación y gestión, en temas de adaptación al cambio climático”,
etc.
El Gobierno de Argentina justifica
su postura explicando que el país sólo emite el 0.7% de las emisiones
mundiales de GEI, mientras que su contribución de mitigación revisada
representa una participación de 2.7% sobre el total de las reducciones
no condicionadas para 2030 comunicadas por las Partes de la CMNUCC, las
cuales se elevan a 4,000 MtCO2e (UNEP, 2016).
No obstante, es menester resaltar
el esfuerzo del Gobierno de Argentina para desarrollar planes
sectoriales para reducir emisiones de GEI y adaptarse al cambio
climático. En particular, el Plan de Acción Nacional de Energía y
Cambio Climático (Gabinete Nacional de Cambio Climático, Ministerio de
Energía y Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, 2017) merece
ser destacado.
Plan de Acción Nacional de Energía y Cambio Climático
La INDC presentada por Argentina
ante la CMNUCC no fue muy explícita respecto a las medidas que se
tomarán para disminuir las emisiones en el sector energético del país.
La publicación del Plan de Acción Nacional de Energía y Cambio
Climático (Gabinete Nacional de Cambio Climático, Ministerio de Energía
y Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, 2017) permitió no
sólo compensarlo sino también dar un rumbo para lograr el compromiso de
no rebasar 483 MtCO2e en 2030.
Dicho Plan presenta una serie de
políticas, medidas y acciones para a) abastecer de energía limpia y
sostenible, b) acompañar el crecimiento productivo y poblacional, c)
fomentar el uso responsable de la energía, y d) promover la eficiencia
energética. Tiene la pretensión de evitar la emisión de 77 MtCO2e
en 2030, lo que representa el 70% de su meta no condicionada total, así
como de adaptar la infraestructura de generación, transporte y
distribución de energía para disminuir su vulnerabilidad ante los
efectos adversos del cambio climático.
El Plan pretende actuar tanto sobre
la oferta de energía como sobre la demanda, e implica medidas de
mitigación relativas a la eficiencia energética, al desarrollo de
energías renovables, la promoción de los biocombustibles y la
generación a gran escala de energía a partir de centrales nucleares e
hidroeléctricas, la sustitución de petróleo por gas natural y el
incremento de la eficiencia de las centrales térmicas. Pretende la
disminución de los combustibles fósiles en la matriz energética del
país, los cuales serían sustituidos por energía procedente de las
renovables y de centrales nucleares. En materia de generación
eléctrica, pretende aumentar considerablemente la proporción de las
energías renovables (de 2% a 25%), así como la del nuclear (de 6% a
15%), a la par con una fuerte disminución de la proporción de la
energía térmica (de 66% actualmente a 31%) en 2030.
Es de reconocer que dicho Plan está
muy bien elaborado y contiene medidas pertinentes y ambiciosas para
reducir las emisiones de aquí a 2030. Sin embargo, la intensificación
de la producción de gas natural, así como la explotación de yacimientos
no convencionales en Vaca Muerta, ambos promovidos en la política
energética actual del país, se contraponen con el objetivo establecido
en el presente Plan de disminuir la importancia de los combustibles
fósiles en la matriz energética del país y generarán invariablemente un
aumento de las emisiones de CH4 en el sector energético.
En efecto, varios estudios recientes revelan la importancia de las emisiones de CH4
a lo largo de la cadena de valor del sector hidrocarburos. Le Bail et
al. (2019) explican que la contribución del sector hidrocarburos se
debe a que “el CH4
es uno de los principales componentes del gas natural, mismo que es
liberado a la atmósfera -de manera deliberada o accidental- durante la
producción, procesamiento y transporte del petróleo y gas natural” por
lo que determinan que “el papel que pueda tener el gas natural dentro
de las estrategias globales de descarbonización de la matriz energética
depende en gran medida de la minimización de las emisiones de CH4 de la cadena de valor del sector hidrocarburos”.
En su tesis de maestría, Álvarez,
J. M. (2017) estima que las emisiones de GEI debido a la producción de
combustibles fósiles en Argentina alcanzan 26.7 MtCO2e,
donde cerca del 48% corresponde a emisiones provenientes de la fase de
producción: un poco más de 36% de las emisiones totales provendrían de
la combustión de gas (flaring) durante la producción de petróleo y gas,
mientras que 11.5% provendrían de fugas. Alrededor de 1/4 de las
emisiones totales serían de CH4, las cuales provendrían en
un 40% de emisiones fugitivas durante la producción de gas natural.
Ello comprobaría que, toda vez que difícilmente se pueden controlar las
emisiones fugitivas, a mayor intensidad de la producción de gas
natural, existen mayores emisiones de CH4.
Las emisiones de CH4
serían todavía más importantes en la explotación de yacimientos no
convencionales. En un estudio de Howarth et al. (2011), en el cual
estiman las emisiones de CH4
del ciclo de vida del gas natural, los autores llegan a la conclusión
que estas emisiones pueden ser especialmente elevadas en la extracción
de recursos no convencionales: estiman que “entre 3.6% y 7.9% del
metano obtenido gracias a la producción de gas no convencional escapa a
la atmósfera debido al venteo y fugas a lo largo del ciclo de la vida
del pozo”, lo que representaría “un aumento de 30% y quizás más del
doble de la producción de gas convencional”. Explican que las mayores
emisiones de CH4
en la producción de gas shale se debe principalmente al escape de las
emisiones durante la perforación, que es mucho más intensa que en la
producción convencional, y por los fluidos de retorno, también en
volúmenes más importantes que en la producción convencional. El estudio
de Honty, G. (2014) coincide con esta postura, y agrega que las
emisiones fugitivas pueden ocurrir durante la fase de perforación,
durante el fracturamiento hidráulico, durante la fase de producción y,
también, durante la fase de abandono si los pozos abandonados no están
sellados de manera adecuada.
Así, para alcanzar las metas
comprometidas en la INDC gracias a la mitigación de los GEI en el
sector energético, la política energética del país deberá ser adaptada
para ser congruente con el Plan de Acción Nacional de Energía y Cambio
Climático. En particular, se considera que para luchar eficazmente
contra el cambio climático y obtener resultados prontos, Argentina
deberá reorientar los estímulos creados mediante las resoluciones
74/2016 y 46E/2017 referentes a los nuevos proyectos de gas natural y
la explotación de yacimientos no convencionales hacia el
aprovechamiento de energía renovable y nuclear.
Finalmente, es la pandemia de
Covid-19 la que podría tener mayor participación sobre la reducción de
las emisiones de GEI en el sector energético.
IMPLICACIONES DE LA PANDEMIA DE COVID-19 SOBRE LAS EMISIONES DE GEI EN LA CADENA PRODUCTIVA DE ENERGÍA EN ARGENTINA
La declaración de pandemia de
Covid-19 emitida por la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo
de 2020 ha generado diversas reacciones por parte de los gobiernos
alrededor del mundo, dentro de las cuales la decisión de declarar un
confinamiento, así como el paro temporal de ciertas actividades
industriales, ha sido muy frecuente. Lo anterior provocó una
disminución global de la demanda del petróleo y otros combustibles
necesarios para transportarse y para realizar diversas actividades
económicas. Ello habría provocado una caída en las emisiones mundiales
de los gases de efecto invernadero.
De acuerdo con el análisis
realizado por Le Quéré et al. (2020), las emisiones de GEI habrían
disminuido un 17% el 7 de abril, el pico de máximo contagio de la
epidemia, con respecto a la misma fecha en 2019, y el total de
emisiones evitadas a nivel mundial entre enero y abril sería de 1,048
MtCO2e, mientras que especifican que las emisiones evitadas
a futuro “dependerán de la duración y extensión del confinamiento”.
Según dicho estudio, las emisiones de GEI en Argentina habrían
disminuido un 27.3% en ese mismo periodo.
La reducción de las emisiones se
explicaría, en parte, por la menor demanda energía: el primero de
abril, Bidegaray, M. (2020) declaraba “desde el inicio de la
cuarentena, la demanda eléctrica cayó en un promedio del 23%. La caída
más fuerte fue en las industrias (exceptuando alimentación y
electro-intensivas), donde disminuyó un 60%”. La caída de la demanda,
aunado a la baja de los precios del petróleo, ha generado una
disminución de las actividades de exploración y extracción de
hidrocarburos en el país; es el caso en Vaca Muerta donde la
rentabilidad de los proyectos ha sido particularmente afectada y
cuestiona la permanencia del proyecto (Watts, J., 2020), mientras que
varias refinerías del país suspendieron parcial o completamente sus
operaciones (Garrison, C., 2020). La pandemia podría contribuir, en
cierta medida, al cumplimiento de la INDC presentada por el país ante
la CMNUCC.
Sin embargo, Le Quéré et al. (2020)
advierten que “los cambios observados en las emisiones en 2020 serán
probablemente temporales toda vez que no derivan de cambios
estructurales en los sistemas económicos, de transporte o energéticos”.
Posterior a la pandemia, las emisiones se reanudarán y podrían incluso
incrementar cuando se reactive la economía del país.
Fatih Birol, director ejecutivo de
la Agencia Internacional de Energía, concluye que, si se quiere tener
una disminución sostenible de las emisiones, es necesario desarrollar
“las políticas energéticas correctas, incluso en los paquetes de
estímulo en países individuales y a nivel mundial” (Joselow, M., 2020).
Es algo que Argentina deberá tener en cuenta para reducir de manera
duradera sus emisiones en el sector energético.
CONCLUSIÓN
En 2014, las emisiones de Argentina fueron de 368 MtCO2e.
Lo anterior representó cerca del 0.7% de las emisiones totales a nivel
mundial y posicionó a Argentina como el vigésimo noveno país que más
GEI emite.
La contribución del sector
energético en ese total es importante: desde 1990, duplicó sus
emisiones, hasta llegar a emitir 193 MtCO2e
en 2016, lo que representó el 53% de las emisiones totales de GEI del
país. En ese mismo periodo, las emisiones totales de GEI han aumentado
un 35%, lo que revela que el crecimiento de las emisiones de GEI
derivado del sector energético ha aumentado a un ritmo más elevado que
el crecimiento de las emisiones totales de GEI en el país.
Es natural entonces que los
esfuerzos de mitigación de las emisiones se enfoquen en ese sector; si
bien la INDC revisada de Argentina anuncia poco con el compromiso no
condicionado de reducir un 18% sobre una línea base probablemente
inflada, el Plan de Acción Nacional de Energía y Cambio Climático
permitiría el cumplimiento del 70% de dicha meta de reducción al evitar
la emisión de 77 MtCO2e para 2030 mediante la aplicación de diversas medidas en el sector energético.
Sin embargo, estos anuncios deben
ser acompañados de una voluntad política real que implica, entre otros,
la disminución de la exploración y extracción de los combustibles
fósiles y, particularmente, el abandono de la explotación de recursos
no convencionales con el fracturamiento hidráulico en Vaca Muerta, y su
sustitución progresiva por energías renovables y más limpias.
A falta de voluntad política, la
pandemia de Covid-19 iniciada a finales de 2019 provocó una disminución
consecuente de GEI en el sector debido a una menor producción y
traslados limitados; además, con la caída de la demanda de petrolíferos
en el mundo y la disminución exacerbada del precio del barril de
petróleo, la explotación de Vaca Muerta se ha vuelto inviable y las
actividades en la región han sido detenidas temporalmente.
Pero ¿qué pasará cuando termine la
pandemia? ¿Argentina regresará a explotar sin medida Vaca Muerta y sus
reservorios de gas natural y de petróleo hasta que éstos se agoten?
Como los demás países, Argentina se encuentra en un momento en el cual
es indispensable reflexionar sobre el futuro que se desea; se tiene la
oportunidad de planear adecuadamente una transición energética que
sustituya los recursos fósiles por energías renovables, y que promueva
la eficiencia energética, con la posibilidad de disminuir fuertemente
sus emisiones de GEI. Esta pandemia de Covid-19, finalmente, tal vez es
lo que necesitaba la humanidad para reflexionar acerca de un futuro más
sostenible.
REFERENCIAS
Agencia Internacional de Energía. (2020). Key energy statistics, 2018. Total primary energy supply (TPES) by source, Argentina 1990-2017. Recuperado el 25/07/2020 en: https://www.iea.org/countries/argentina
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