MEDICIÓN DE POBREZA Y VULNERABILIDAD ENERGÉTICA DE LOS HOGARES. EL CASO
DE LA PROVINCIA DE RÍO NEGRO, ARGENTINA
MEASURING HOUSEHOLD ENERGY POVERTY AND VULNERABILITY. THE CASE OF
PROVINCE OF RÍO NEGRO, ARGENTINA
Héctor Martín Civitaresi
Universidad Nacional de Río Negro. Centro Interdisciplinario de
Estudios sobre Territorio, Economía y Sociedad. Argentina.
hcivitaresi@unrn.edu.ar
http://orcid.org/0000-0001-6375-1678
Mariana Dondo Bühler
Universidad Nacional de Río Negro. Centro Interdisciplinario de
Estudios sobre Territorio, Economía y Sociedad. Argentina.
mdbuhler@unrn.edu.ar
http://orcid.org/0000-0001-7921-8579
Jésica Sarmiento
Universidad Nacional de Río Negro. Centro Interdisciplinario de
Estudios sobre Territorio, Economía y Sociedad. Argentina.
jsarmiento@unrn.edu.ar
https://orcid.org/0000-0002-5459-1702
Miguel Attaguile
Universidad Nacional de Río Negro. Argentina.
mattaguile@unrn.edu.ar
http://orcid.org/0000-0001-5192-6039
Ana Capuano
Universidad Nacional de Río Negro. Argentina.
acapuano@unrn.edu.ar
http://orcid.org/0000-0002-8233-8616
Mariana Savarese
Universidad Nacional de Río Negro. Argentina.
msavarese@unrn.edu.ar
http://orcid.org/0000-0003-4125-7577
Recibido: 21/12/2020 y Aceptado: 03/05/2021
ENERLAC. Volumen V. Número 1. Junio, 2021 (106 - 126)
ISSN: 2602-8042 (impreso) / 2631-2522 (digital)
Foto de Tanjir Ahmed Chowdhury de Unsplash.
RESUMEN
El acceso a energía permite satisfacer diferentes necesidades básicas
tales como cocción, calentamiento de agua, calefacción, etc. Sin
embargo, la falta de conexión a redes de distribución o un costo
elevado en relación al ingreso familiar imposibilitan su satisfacción.
Los conceptos de pobreza y vulnerabilidad energética reflejan estas
privaciones energéticas en sus distintas dimensiones de análisis. En
este artículo se realiza un diagnóstico en la provincia de Río Negro,
Argentina, usando información de la Encuesta Nacional de Gastos de los
hogares. Los resultados indican que, en promedio, el 11.3% de los
hogares son pobres en la dimensión energética y que el porcentaje es
mayor para aquellos que no tienen acceso a la red de gas natural y para
hogares de menores ingresos. Además, el subsidio estatal de consumo
residencial de gas morigera la pobreza energética, aun cuando la
medición probablemente subestime el impacto para áreas provinciales con
inviernos más fríos y prolongados. Con estos resultados se aporta
información a los hacedores de política para diseñar o perfeccionar
instrumentos con una focalización apropiada de la población afectada.
Se destacan la necesidad de profundizar el análisis de dimensiones no
monetarias de la vulnerabilidad energética y realizar estudios
diferenciados territorialmente.
Palabras clave: Pobreza Energética, Vulnerabilidad Energética, Acceso a
la Energía, Asequibilidad Energética, Gasto en Energía, Argentina.
ABSTRACT
Access to energy allows satisfying different basic needs such as
cooking, water heating, heating, etc. However, the lack of connection
to distribution networks or a high cost in relation to family income
make it impossible to satisfy them. The concepts of poverty and energy
vulnerability reflect these energy deprivations in different dimensions
of analysis. This article makes a diagnosis in the province of Río
Negro, Argentina, using information from the National Survey of
Household Expenditures. The results indicate that, on average, 11.3% of
households are poor in the energy dimension and that the percentage is
higher for those who do not have access to natural gas networks and for
households with lower income. Furthermore, the state subsidy for
residential gas consumption alleviates energy poverty, even though the
measurement probably underestimates the impact for provincial areas
with colder and longer winters. With these results, we provide
information to policy makers to design or improve instruments with an
appropriate targeting of the affected population. The need to deepen
the analysis of non-monetary dimensions of energy vulnerability and
carry out territorially differentiated studies, is highlighted.
Keywords: Energy Poverty, Energy Vulnerability, Access to Energy,
Energy Affordability, Energy Expenditure, Argentina.
INTRODUCCIÓN
La energía representa un factor de bienestar y calidad de vida de la
población, por medio de la satisfacción de diferentes necesidades
(cocción de alimentos, calentamiento de agua, confort térmico de la
vivienda, etc.). Sin embargo, el acceso a las redes de distribución de
energía no es universal o su costo representa un elevado porcentaje de
los ingresos para algunos hogares, por lo que no siempre se satisfacen
adecuadamente las necesidades energéticas. Conceptos como pobreza o
vulnerabilidad energética (Sarmiento, Civitaresi, Malvicino y Llusa,
2020) refieren a la privación de energía en sus distintas dimensiones
de análisis (acceso, asequibilidad, seguridad, etc.).
Se trata de un problema que tiene múltiples aristas y un alcance
global. Sin ser exhaustivos, se pueden encontrar en la literatura, por
ejemplo, mediciones y caracterizaciones de pobreza energética en México
(García-Ochoa y Graizbord, 2016), en Grecia (Papada and Kaliampakos,
2016) o en Argentina (CEPA, 2017); estudios sobre provisión de
servicios energéticos para satisfacer las necesidades de la población
(Kozulj, 2009; CAF, 2013; García Ochoa, 2014), sobre políticas sobre
subsidios a precios de la energía en España (Sánchez-Guevara, 2015) o
sobre el impacto de incrementos tarifarios sobre pobreza energética en
Argentina (CEPA, 2017; Castelao, Méndez, Rosa y Wild, 2019); la
promoción gubernamental y uso de energías renovables a micro escala
(Healy and Clinch, 2002; IEA, 2010; Bouzarovski, Petrova, and Tirado
Herrero, 2014); consideraciones de enfoques sobre desigualdad social y
género (Dehays y Schuschny, 2018); entre muchas otras. Asimismo, hay
aportes en términos específicos como, por ejemplo, aspectos subjetivos
sobre temperatura adecuada de hogares (Price, Brazier, and Wang, 2012)
o de carácter general como el concepto de vulnerabilidad energética de
los hogares (Bouzarovski et al., 2014; Bouzarovski and Petrova, 2015;
Carreras y Gende Feely, 2018).
Por su parte, en el ámbito de la cooperación internacional para el
desarrollo, se considera que la pobreza energética supone un problema
estructural especialmente para consumidores con menos recursos debido a
altos precios de la energía, falta de ingresos e ineficiencia
energética de las viviendas. Concretamente, el Objetivo de Desarrollo
Sostenible n.7 (ODS 7) de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible
de las Naciones Unidas (ONU) está focalizado en “garantizar el acceso a
una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos” (UNDP,
2020). Se estructura a partir de tres líneas de acción: a) eficiencia
energética en la producción, distribución y consumo; b) sostenibilidad
ambiental a partir de la transición hacia modelos de producción y
consumo de energía cada vez más limpios y, c) acceso universal a la
energía para contribuir a mejorar la calidad de vida de la población.
En este artículo, el énfasis está puesto sobre la tercera línea de
acción mencionada. Esto implica garantizar el acceso universal y
equitativo a servicios energéticos modernos y de calidad a todos los
hogares, independientemente de su ubicación geográfica y condición
socioeconómica. Asimismo, se requiere asegurar la asequibilidad de
servicios energéticos, atendiendo, especialmente, a la situación de los
sectores de la población más vulnerable.
El análisis está acotado espacialmente en una provincia argentina de
clima frío, la provincia de Río Negro. Esta provincia se ubica en el
centro-norte de la región patagónica (en la mitad sur del país), siendo
una de las provincias más extensas del país y dada su ubicación
geográfica y su extensión este-oeste, presenta un clima frío seco en la
mayor parte de su territorio. El factor frío es considerado como
relevante para problemas de pobreza y vulnerabilidad energética. Para
la población de riesgo (lactantes, mayores de 65 años, enfermos
respiratorios y cardíacos), una calefacción adecuada es imprescindible.
También es necesario para la infancia ya que los hogares con problemas
energéticos aumentan las probabilidades de la ocurrencia de
enfermedades respiratorias en esa población. Además, tienen menor
ganancia de peso y mayor nivel de ingresos hospitalarios en la primera
infancia (CEPA, 2017). Finalmente, el frío no sólo afecta a personas
con enfermedades mentales, como otros grupos vulnerables, sino que
también, la pobreza energética y los hogares fríos pueden incrementar
el riesgo de sufrir condiciones clínicamente diagnosticables de salud
mental como ansiedad y depresión (Carreras y Gende Feely, 2018).
Existen antecedentes sobre el tratamiento de pobreza energética en Río
Negro (González, 2008; Schueftan y González, 2013; Kozulj, 2016;
Sarmiento et al., 2020). Asimismo, el gobierno de la Provincia de Río
Negro adhirió a los ODS en el 2018. Incorporó los ejes de la Agenda
2030 a su Agenda de Actuación Territorial (AAT), una herramienta de
planificación provincial que establece directrices para el desarrollo
territorial, bajo los principios de inclusión, integración e innovación
(Costanzo Caso, 2020).
En este marco, el presente artículo tiene por objetivo central aportar
con un diagnóstico referido a la pobreza y a la vulnerabilidad
energética y un análisis distributivo de los gastos en energía para la
provincia de Río Negro. Para ello, se utilizó como fuente de
información la Encuesta Nacional de Gastos de los hogares (ENGHo),
realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de la
Argentina (INDEC) entre noviembre de 2017 y noviembre de 2018, y que
permite conocer la estructura de presupuesto de los hogares, el origen
de los ingresos y su asignación a distintos gastos junto con
información demográfica, de educación y vivienda (Gobierno de Río
Negro, 2018).
El resto del texto se organiza de la siguiente manera: en la siguiente
sección se abordan los conceptos “pobreza energética” y “vulnerabilidad
energética” (p. 110); se describen aspectos metodológicos sobre la
medición de los conceptos, así como datos indicadores utilizados a fin
de diagnosticar dichos problemas (p. 112). Posteriormente se analiza el
acceso y uso de energías en la provincia de Río Negro a partir de datos
de la ENGHo, comparando con el resto de las provincias patagónicas1 y
total país. Finalmente, se exponen las conclusiones del trabajo y se
reflexiona sobre la definición de políticas públicas para afrontar
problemáticas energéticas.
ASPECTOS CONCEPTUALES Y METODOLÓGICOS
Existe una diversidad de visiones y preocupaciones en torno a los
problemas energéticos de los hogares que requiere ser revisada a los
efectos de identificar un enfoque apropiado para su medición. También
resulta necesario definir algunos aspectos metodológicos a partir de la
información disponible de la ENGHo 2017/18.
Pobreza y vulnerabilidad energética
En la década de 1990, en Gran Bretaña e Irlanda, comenzó a ser un
problema la gran cantidad de familias que no lograban mantener una
temperatura adecuada en sus viviendas en épocas invernales. Allí surge
el concepto pobreza de combustible (fuel poverty), el cual plantea que:
“un hogar se encuentra en situación de pobreza de combustible cuando
necesita destinar una parte excesiva de sus ingresos (más del 10%)2 a
satisfacer las necesidades energéticas de su vivienda” (García-Ochoa y
Graizbord, 2016: 291). La pobreza de combustible (fuel poverty) se
asocia a tres factores – precios de la energía, ingresos de los hogares
y eficiencia energética de las viviendas– y puede resumirse como la
incapacidad de un hogar para cubrir adecuadamente sus necesidades
energéticas debido a su bajo nivel de ingreso, el costo de la energía y
la eficiencia energética de la vivienda (Papada and Kaliampakos, 2016;
Castelao Caruana et al., 2019).
Por su parte, el concepto pobreza energética (energy poverty) se
utiliza comúnmente para identificar la falta de acceso a la energía en
países en desarrollo, vinculado a un conjunto de preocupaciones que
incluyen aspectos económicos, de infraestructura, de equidad social,
educación y salud. Cabe mencionar que la pobreza energética no sólo
considera problemas de calefacción de los hogares, sino que aborda la
incapacidad de los hogares de acceder a fuentes de energía modernas
(IEA, 2010). Dicha incapacidad suele vincularse a barreras económicas,
sociales y técnicas, sumado a una infraestructura inadecuada y a falta
de capital para inversiones necesarias. Asimismo, a corto y mediano
plazo, también debe considerarse las barreras ambientales que, como
consecuencia del cambio climático, tendrán un impacto en el patrón de
producción energética y en los recursos hídricos de la región
latinoamericana (Sánchez et. al, 2018). En dicha región, las
migraciones del campo a la ciudad, la falta de ordenamiento territorial
y el consecuente crecimiento de zonas marginales en áreas urbanas, ha
llevado a una inadecuada provisión de servicios energéticos para
satisfacer las necesidades de la población (Kozulj, 2009; CAF, 2013;
García Ochoa, 2014).
Si bien los conceptos pobreza energética y pobreza de combustible
suelen emplearse como sinónimos (Thomson et al., 2016), Li, Lloyd,
Liang and Wei (2014) destacan que el término pobreza de combustible es
comúnmente empleado en países ricos de climas fríos y se enfoca en
temas de asequibilidad, mientras que pobreza energética es utilizado
para todos los climas, enfatizando en países pobres, y se abordan temas
básicos de acceso a la energía, como por ejemplo el acceso a la red de
energía eléctrica. Sin embargo, existen aspectos comunes entre ambos
conceptos, ya que coinciden en el análisis centrado en el consumo de
energía a nivel residencial y en la consideración de que las
principales consecuencias de este problema se asocian a pobreza,
equidad, salud y desarrollo social (Castelao Caruana et al., 2019).
Por su parte, Bouzarovski et al. (2014) plantean la necesidad de
encontrar un marco teórico que abarque ambas visiones. Estos autores
consideran que los problemas asociados a las limitaciones energéticas
de los hogares son de carácter universal, por lo que se precisa una
definición que abarque a todos los territorios, sin importar su clima
ni su grado de desarrollo. Por ello, proponen el concepto
vulnerabilidad energética de los hogares, definida como la propensión
de un individuo de volverse incapaz de asegurar un nivel material y
socialmente necesario de servicio de energía en el hogar.
Las fuerzas que llevan a la privación de energía a una escala de los
hogares son multidimensionales y pueden identificarse circunstancias
internas o externas a los hogares (Bouzarovski et al., 2014;
Bouzarovski and Petrova, 2015) (Tabla 1). Es necesario un análisis
centrado en el consumidor que permita unir las necesidades energéticas
de los hogares con la generación y distribución de energía. Para ello,
algunos autores utilizan una combinación de dos enfoques: el enfoque de
subsistencia y el enfoque consensual (García-Ochoa y Graizbord, 2016).
El primero se centra en la interacción entre nivel de ingreso de
hogares, aislación térmica de viviendas, precios de la energía y otros
factores (características sociodemográficas del hogar, equipamiento,
hábitos de consumo del hogar, etcétera) (Thomson et al., 2016); el
segundo incluye los aspectos objetivos mencionados y otros subjetivos
como la percepción de las personas sobre su situación de pobreza
energética (Castelao Caruana et al., 2019).
Tabla 1. Dimensiones para el análisis de la vulnerabilidad energética
en los hogares
Fuente: Extraído de Bouzarovski et al., 2014
Hasta aquí se expuso, resumidamente, las distintas conceptualizaciones
de pobreza y vulnerabilidad energética para abordar, en el siguiente
punto, sus diferentes aproximaciones en el proceso de medición.
Aspectos metodológicos
Fuente de información
La fuente de información utilizada es la Encuesta Nacional de Gastos
de los hogares (ENGHo) realizada por el INDEC entre noviembre de 2017 y
noviembre de 2018. La muestra de la ENGHo 2017/2018 incluyó población
residente en poblados y ciudades que superan los 2,000 habitantes,
representando aproximadamente 12.4 millones de hogares en todo el país
y 214 mil hogares en la provincia de Río Negro (INDEC, 2020).
Concretamente, se realizaron cerca de 1,500 encuestas distribuidas
entre Viedma, Bariloche, General Roca, Cipolletti, Allen, Villa Regina,
Cinco Saltos, Ingeniero Huerto, Los Menucos, Luis Beltrán, Maquinchao,
Villa Manzano, Catriel, Lamarque, San Antonio Oeste, Sierra Grande, El
Bolsón, General Conesa, Río Colorado y Carmen de Patagones (Gobierno de
Río Negro, 2018).
Dado que la ENGHo se centra en poblados y ciudades con más de 2,000
habitantes, los resultados del artículo se han concentrado en áreas
urbanas intermedias y grandes. Por lo tanto, no se incluyen en la
encuesta a hogares de localidades pequeñas ni rurales. En ellas, si
bien los servicios como redes de gas o acceso a electricidad suficiente
y confiable muestran desbalances menos marcados que en el caso de otros
servicios básicos (v.gr. desagües cloacales), también resultan en una
cobertura más baja que el promedio provincial (Monteverde et al., 2017).
Asimismo, siguiendo a Kozulj (2016), es necesario destacar que durante
cuatro bimestres al año un usuario de la Patagonia requiere entre 50% y
100% más de gas que su homólogo de Ciudad de Buenos Aires o del resto
del país. Algo parecido sucede al interior de la provincia de Río
Negro, ya que el territorio provincial resulta heterogéneo, tanto en
términos de densidad poblacional, en su organización físico-funcional,
en sus condiciones climáticas, en sus indicadores socioeconómicos y, a
su vez, es inequitativo en términos de desarrollo económico (IGC,
2013). Si bien el diseño muestral de la ENGHo no permite el análisis a
escala municipal, se relativizan los resultados agregados a escala
provincial en cada sección que lo amerite.
Medición y análisis de la problemática energética
En primer lugar, se realizó el análisis de gasto en energía por
provincia, diferenciando entre hogares con o sin acceso a la red de gas
natural. Para ello, previamente, se describió el uso de distintas
fuentes de energía para cocinar y calefaccionar la vivienda y de la
proporción del ingreso del hogar destinada a gasto en energía.
Asimismo, se midió la incidencia distributiva del gasto en energía, que
indica el esfuerzo que realizan los hogares con distinto nivel de
ingreso para afrontar su gasto en energía. Consiste en comparar la
proporción del ingreso total que los hogares urbanos gastan en energía
por deciles de ingreso. Para ello, se utilizaron las gráficas de curvas
de concentración3, que muestran el porcentaje acumulado de ingresos y
de gasto en energía que realizan los hogares, ordenados de manera
ascendente de acuerdo a su nivel de ingresos. La curva de datos
observados suele compararse con la de perfecta igualdad (recta diagonal
del 45°), en la que el p% de la población percibe exactamente el p% del
ingreso. En este artículo, se considera inequitativa o injusta una
situación en la cual el gasto en energía implica un porcentaje del
ingreso mayor para los hogares más pobres que para aquellos de mayor
poder adquisitivo (es decir, el gasto en energía es regresivo). Si, por
el contrario, todos los hogares, independientemente de su poder
adquisitivo, gastaran en energía la misma proporción de sus ingresos
totales, entonces las cargas del gasto en energía se distribuirían con
un impacto neutral. También se midió el impacto del subsidio al consumo
de gas natural que rige para las provincias patagónicas4, en términos
de impacto sobre la proporción del ingreso destinado a consumo de
energía, su focalización y su progresividad.
En segundo lugar, se calculó la incidencia de la pobreza energética a
partir de distintos indicadores objetivos absolutos y relativos, para
los hogares de las provincias de la Patagonia y a nivel regional y
nacional. En la literatura es posible identificar distintas formas y
criterios para medir la pobreza energética por ingresos. En general,
estas medidas establecen un umbral de ingresos destinados a gasto en
energía a partir del cual, si los hogares gastan más, son identificados
como pobres. Sin embargo, los indicadores varían en la medida de
ingreso que consideran en el cálculo. En países europeos, por ejemplo,
se mide la proporción del gasto en energía sobre el ingreso total
familiar descontados los gastos de vivienda, ya que se considera que se
deben restar gastos fijos e ineludibles del hogar tales como algunos
gastos alimentarios básicos o de alojamiento. En la Argentina, en un
estudio del Centro de Economía Política Argentina (CEPA, 2017), se
consideró como ingreso disponible los ingresos totales familiares
descontados los gastos alimentarios básicos. El criterio en este último
caso es tener una medida que sea sensible al precio de los alimentos
básicos. Por otro lado, en ese estudio también se calculó la pobreza
energética severa considerando el ingreso total familiar. El cálculo
resulta relevante porque da cuenta de un porcentaje de hogares que
presenta condiciones extremas de pobreza.
En el presente artículo, la incidencia de la pobreza energética es
medida como el porcentaje de hogares que destina al gasto en energía
más del 10% de sus ingresos totales, equivalente al cálculo de pobreza
energética severa realizado por CEPA (2017). Además, se calculó pobreza
energética extrema en la cual el umbral fue ubicado en el 20%. Se sabe
que el criterio definido es arbitrario, pero es un indicador de
asequibilidad útil para explicitar el esfuerzo económico para obtener
energía y, a la vez, junto con otras más subjetivas, es una de las
dimensiones que aporta a la identificación de la vulnerabilidad
energética5.
La pobreza energética también puede ser calculada en términos
relativos, esto implica considerar la posición de cada hogar en la
distribución del ingreso o de los gastos en energía. Utilizar medidas
relativas en lugar de absolutas no implica únicamente cambiar el umbral
a partir del cual se identifica a un hogar como pobre. Esto se
comprende mejor analizando la dinámica de las condiciones en las que
viven los hogares en el tiempo. Por ejemplo, si se ampliara la red de
gas natural de modo que todos los hogares de la Provincia pudieran
acceder, la incidencia de la pobreza, medida en términos absolutos,
probablemente disminuiría. Esto es porque muchos de los hogares que
gastaban más del 10% de su ingreso en energía pasarán a gastar menos,
por el hecho de acceder a la red de gas y sus subsidios (entonces habrá
menos hogares que gasten más de ese umbral, que quedó fijo). Sin
embargo, en términos relativos no tiene por qué suceder lo mismo, ya
que la proporción gasto/ingreso promedio provincial también disminuirá.
En tercer lugar, se midió la incidencia de la pobreza multidimensional
o vulnerabilidad energética. De acuerdo a la información disponible en
la ENGHo, se contemplaron tres de las seis dimensiones de la
vulnerabilidad energética: la asequibilidad (equivalente al concepto de
pobreza energética por ingresos en términos absolutos), la
accesibilidad se aproxima a través del indicador de disponibilidad de
gas natural de red para la cocción o calefacción y la eficiencia a
través del indicador de tipo de vivienda. Los hogares serán
identificados como vulnerables en los casos en que tuvieran carencias
en una, dos o las tres dimensiones consideradas.
Para complementar, se realizó un análisis clúster, que es una
herramienta exploratoria que permite clasificar a una muestra en grupos
que tengan la particularidad de ser muy homogéneos al interior de los
mismos, pero bastante heterogéneos entre sí. Lo anterior se logra
analizando simultáneamente un conjunto de variables explicativas,
pudiendo ser tanto métricas como nominales, y mediante la aplicación de
un procedimiento algorítmico, dividir la muestra en grupos o
conglomerados con marcada similitud, en función de las anteriores
variables.
RESULTADOS DE LA MEDICIÓN PARA RÍO NEGRO
Análisis descriptivo
En la Argentina, alrededor del 60% de los hogares tienen acceso a la
red de gas natural para calefaccionarse y para cocinar. El resto
satisface esta necesidad fundamentalmente con otras alternativas tales
como Gas Licuado de Petróleo (GLP) envasado (garrafas), y leña en
algunos casos. Esa situación general difiere en las provincias
patagónicas donde la proporción de hogares con gas de red es muy
superior. Según la ENGHo, para el caso específico de la provincia de
Río Negro, el porcentaje de hogares urbanos conectados a gas de red
supera el 87% para cocinar y calefaccionar (Figura 1).
Figura 1. Porcentaje de hogares urbanos según fuentes de energía
utilizadas para cocinar y calefaccionar. Provincia de Río Negro,
Patagonia y Total Nacional
Fuente: Datos tomados de INDEC (2020)
El gasto en energía (todas las fuentes y usos), alcanzó, en promedio,
el 5.1% del ingreso total de los hogares urbanos en la provincia de Río
Negro, proporción inferior al promedio de la región Patagonia (5.6%) y
el total nacional (6.7%) (Figura 2). Sin embargo, la proporción de
ingreso gastado en energía es variable según las características del
hogar. Por ejemplo, en hogares que no tienen red de gas natural, se
gastó en promedio 9.7% del ingreso en energía, mientras que aquellos
que si tienen acceso a la red gastaron el 4.5% del ingreso (Figura 3).
Asimismo, ese promedio provincial de 5.1% no muestra el impacto de las
diferencias climáticas y demográficas de las diferentes regiones de la
provincia de Río Negro las cuales determinan una variabilidad del gasto
en energía. Las características del diseño muestral de la ENGHo no
permiten hacer la discriminación por regiones.
Figura 2. Proporción del ingreso total que los hogares urbanos gastan
en energía, promedio. Provincias patagónicas
Fuente: Datos tomados INDEC (2020)
Figura 3. Proporción del ingreso total que los hogares urbanos gastan
en energía, con y sin gas de red. Río Negro
Fuente: Datos tomados INDEC (2020)
Otro modo de relativizar este promedio provincial es analizando el
esfuerzo que realizan los hogares con distinto nivel de ingreso para
afrontar su gasto en energía. En Río Negro encontramos que el gasto en
energía implica un porcentaje mayor de los ingresos para los hogares
más pobres (Figura 4). Otra forma de ver este mismo resultado es
comparando la curva de Lorenz con la curva de concentración de los
gastos en energía (Figura 5). Los resultados mostraron que, para los
deciles más bajos, el porcentaje de gasto en energía es superior al
porcentaje de ingreso total percibido (la curva de concentración del
gasto se encuentra por encima de la curva de Lorenz).
Figura 4. Proporción del ingreso que los hogares gastan en energía, por
decil de ingreso. Río Negro
Fuente: Datos tomados del INDEC (2020)
Figura 5. Curvas de concentración de ingresos y del gasto en energía,
por decil de ingreso del hogar. Río Negro
Fuente: Datos tomados del INDEC (2020)
Finalmente, resulta importante indagar sobre el impacto del subsidio
para consumos residenciales de gas natural para la zona sur del país.
En la Figura 6 se puede observar la proporción de ingresos que en
promedio destinaron al gasto en energía los hogares en cada provincia
patagónica, y cuál hubiera sido esa proporción en caso de no ser
beneficiarios del subsidio. Para el caso de Río Negro, quitar el
subsidio de consumo residencial de gas en 2018 hubiera implicado un
incremento de la proporción promedio de ingresos destinados a energía
(todas las fuentes) del 31.8%, pasando del 5.1% al 6.7%. Esta
proporción es un promedio provincial y, probablemente, subestima
fuertemente el impacto del subsidio en zonas de la provincia con
rigores invernales prolongados.
A su vez, en la Figura 7 se observa que, en Río Negro, el impacto del
subsidio al consumo residencial de gas sobre la proporción de ingresos
que se gasta en energía es mayor en deciles de menores ingresos.
Figura 6. Proporción de ingreso total que hogares urbanos gastan en
energía, en promedio. Con y sin subsidio. Provincias Patagónicas
Fuente: Datos tomados de INDEC (2020)
Figura 7. Impacto del subsidio al gas natural sobre la proporción del
ingreso que hogares gastan en energía, por decil de ingreso. Río Negro
Fuente: Datos tomados de INDEC (2020)
Si bien el subsidio es progresivo en la provincia (representa una mayor
porción del ingreso para los hogares del decil 1 que los del decil 10)
se observa que, en cuanto a la focalización es pro-rico. Esto quiere
decir que, al distribuir el monto total del subsidio entre deciles, se
asigna una mayor proporción a los deciles de mayores ingresos que a los
de menores ingresos (5.7% del subsidio total al decil 1 mientras al
decil 10 percibe el 16.7% del monto total del subsidio). Este resultado
se explica por el hecho de que en los deciles de mayor ingreso se tiene
una mayor proporción de hogares con acceso a red de gas natural y que,
por tanto, acceden al subsidio (96% de los hogares del decil 10 tienen
red, mientras que en el decil 1 esta cifra asciende al 74%) (Figura 8).
Figura 8. Focalización del subsidio al gas natural, por decil de
ingreso. Río Negro
Fuente: Datos tomados de INDEC (2020)
Nuevamente, es importante aclarar que los resultados presentados son
agregados a nivel provincial y, probablemente, esconden una importante
variabilidad entre zonas o regiones dentro de la provincia, asociada a
la heterogeneidad en materia de densidad poblacional como así también
en disponibilidad de recursos naturales y condiciones climáticas
(temperatura promedio y variabilidad climática a lo largo del año,
entre otras). Para poder tener una perspectiva territorial más acabada,
sería necesario otro estudio profundizando las variables usadas al
menos en las cuatro ciudades más pobladas de la provincia (General
Roca, Cipoletti, Viedma y Bariloche) que, además, se ubican en
diferentes regiones provinciales (valle, atlántica y cordillera). El
diseño muestral de la ENGHo no permite un análisis a en esta escala.
Mediciones de pobreza energética
En la Figura 9 se presenta la incidencia de la pobreza energética,
medida como el porcentaje de hogares que destina al gasto en energía
más del 10% de sus ingresos totales. En el caso de la pobreza extrema,
este umbral fue ubicado en el 20%. En Río Negro, se observa que el 11%
de los hogares es pobre y el 4% pobre extremo.
Como se indicó previamente, los hogares de las provincias patagónicas
que tienen acceso a red de gas natural son beneficiarios de un
subsidio. En caso de que este subsidio no aplicara, la incidencia de la
pobreza aumentaría al 15.1% para la provincia de Río Negro. Es decir,
habría 8,108 hogares adicionales que caerían en la pobreza (3.8% de los
hogares de la provincia), de los cuales 2,178 hogares caerían en la
pobreza extrema (1% de hogares) (Figura 10).
Figura 9. Incidencia de la pobreza energética, medida absoluta.
Provincias patagónicas y total nacional
Fuente: Datos tomados de INDEC (2020)
Figura 10. Incidencia de la pobreza energética, con y sin subsidio al
gas natural. Provincias patagónicas
Fuente: Datos tomados de INDEC (2020)
En la Figura 11, se presentan los resultados de la medición de la
pobreza energética en Río Negro, aplicando distintas medidas relativas.
Por ejemplo, la medida B indica que la incidencia de la pobreza sería
del 22% si consideráramos pobre energéticamente a todo aquel hogar que
gaste una proporción de su ingreso mayor a la que se gasta en promedio
a nivel nacional. En este caso la incidencia de la pobreza aumenta
porque el promedio nacional es del 6.7%, menor al 10% que se había
fijado anteriormente como umbral. Si la medida relativa se estima en
relación con el promedio provincial, la pobreza aumentaría al 28% (ver
A en la Figura 11).
Otra medida relativa identifica como pobres a los hogares que gastan
una proporción de su ingreso al menos un 25% mayor a la del promedio
nacional. En este caso, la incidencia de la pobreza en Río Negro
ascendería al 16% (ver D en la Figura 11). Siguiendo el estudio de CEPA
(2017) se consideró los ingresos totales familiares descontados los
gastos alimentarios básicos (ver C en la Figura 11), haciendo
referencia a la situación en la cual los habitantes de un hogar tienen
dificultades para alimentarse correctamente y hacer frente a los gastos
mínimos energéticos. En ese caso la pobreza energética para la
provincia de Río Negro subiría al 18%.
Figura 11. Incidencia de la pobreza energética, medidas absolutas y
relativas. Río Negro, región patagónica y total nacional
Fuente: Datos tomados de INDEC (2020)
Análisis de vulnerabilidad energética
En la Figura 12 se observa que la incidencia de la vulnerabilidad
energética en la provincia de Río Negro es del 19.9%, mayor a la medida
absoluta de pobreza. Como se indicó anteriormente, se contemplaron tres
de las seis dimensiones planteadas en el marco conceptual de acuerdo a
la disponibilidad de información de la ENGHo 2017/2018. En la Figura 13
se puede observar que, en Río Negro, la mayor parte de los hogares
vulnerables lo son por presentar carencias en una dimensión, siendo la
más frecuente la falta de acceso a la red de gas (15.8%).
Figura 12. Incidencia de vulnerabilidad energética. Provincias
patagónicas
Fuente: Datos tomados de INDEC (2020)
Figura 13. Incidencia de vulnerabilidad energética (cantidad de
carencias)
Fuente: Datos tomados de INDEC (2020)
A los efectos de poder identificar características específicas de los
grupos más vulnerables, se realizó un análisis clúster que permite
clasificar a la muestra de la ENGHo en grupos que tengan la
particularidad de ser muy homogéneos a su interior, pero heterogéneos
entre sí (figura 14).
Figura 14. Análisis de clústeres
Fuente: Datos tomados de INDEC (2020)
Los resultados de la figura 14 resaltan la importancia del enfoque de
género en la problemática energética. Generalmente, son las mujeres las
encargadas de la gestión del hogar y, por lo tanto, de organizar los
recursos para afrontar problemáticas energéticas (recolección o compra
de combustible para cocinar y aclimatar la vivienda, etc.). Se trata de
tareas derivadas de la pobreza energética que condicionan el tiempo que
las mujeres dedican a actividades domésticas no remuneradas y que
impactan en la capacidad de las personas de desarrollar una vida plena.
De esta forma, como plantean otros artículos sobre el tema como el de
Castelao Caruana et al. (2019), la pobreza energética puede contribuir
a la feminización de la pobreza.
REFLEXIONES FINALES SOBRE LA PROBLEMÁTICA ENERGÉTICA
Para regiones patagónicas, el frío es un componente esencial en una
concepción multidimensional de pobreza. Tal como se refirió en la
introducción, el frío afecta a población de riesgo tales como infantes,
mayores de 65 años, enfermos respiratorios y cardíacos, personas con
enfermedades mentales, entre otros. Si, además, esa población de riesgo
tiene problemas de ingresos o necesidades estructurales insatisfechas
su condición claramente se agrava. Por ello, es necesario incorporar
instrumentos de política pública para afrontar aspectos objetivos
(v.gr. nivel de ingreso de hogares, aislación térmica de viviendas,
precios de la energía, hábitos de consumos y otros factores) y también
algunos subjetivos (v.gr. percepción de las personas) de la
problemática energética.
Con el fin de aportar información relevante a los hacedores de política
pública a escala provincial y local en relación a estos temas, en este
artículo se afrontó metodológicamente la medición de conceptos
asociados a esta relación entre el clima frío y las condiciones de
pobreza por ingreso y estructurales. Se usó como caso de estudio una
provincia argentina de clima frío, la provincia de Río Negro, ubicada
en el centro-norte de la región patagónica, para elaborar un
diagnóstico referido a la pobreza y a la vulnerabilidad energética y un
análisis distributivo de los gastos en energía. Los resultados fueron
expuestos a lo largo de la sección de Resultados de la Medición para
Río Negro (pp. 115-123). Sintéticamente, indican que, en promedio, el
11.3% de los hogares son pobres en la dimensión energética y que el
porcentaje es mayor para hogares de menores ingresos y para aquellos
que no tienen acceso a la red de gas natural.
Para cerrar el artículo creemos relevante plantear dos conjuntos de
reflexiones finales. El primero tiene que ver con la política pública.
A partir de este diagnóstico se observa que las causas de las
problemáticas energéticas son diversas y que, desde las políticas
públicas, se trabajan en dos. La primera está asociada a la pobreza
energética en relación con el ingreso y con los precios de la energía.
Los instrumentos diseñados para combatirla fueron la tarifa social y la
compensación económica. Por otro lado, se está empezando a reconocer la
poca eficiencia energética en las viviendas más vulnerables. Resulta
necesario avanzar hacia políticas diferenciadas territorialmente para
poder lograr una buena focalización a la hora de implementar recursos
públicos para su solución. No sólo porque se debe alcanzar a la
población que requiere de ayuda (v.gr. una perspectiva de género en
relación a la pobreza energética, entre otras), sino también porque se
minimizan los recursos destinados a sectores que no lo requieren
(Griffa y Marcó, 2019).
El segundo conjunto de reflexiones, se focaliza en la medición de
pobreza y vulnerabilidad energética y sirve para complementar los
resultados. Por un lado, la problemática energética parecería no ser
apremiante, tanto en términos absolutos como relativos en términos
agregados para la provincia de Río Negro para 2017/2018. Sin embargo,
esta conclusión es elusiva. Los hogares en áreas vulnerables de las
ciudades rionegrinas evidencian problemas energéticos asociados a la
falta de acceso a la energía como también a aspectos vinculados a los
costos de la energía con relación a los ingresos de las familias. No
hay hogares pobres energéticamente habitados por personas solventes.
Los aspectos sociales y económicos tienen un peso decisivo tanto en sus
causas como en las posibles soluciones (Carreras y Gende Feely, 2018).
Por ello, es necesario reconocer las heterogeneidades mencionadas en
términos territoriales, climáticos e incluso hacia al interior de las
ciudades rionegrinas en sus diversas localizaciones.
Adicionalmente, sería importante insistir en que, si bien en este
artículo se midió la pobreza a partir del gasto realizado, es probable
que en hogares de bajos ingresos haya una “demanda oculta”, es decir,
necesidades que no se traducen en demanda de consumo debido a la
restricción de presupuesto. Un relevamiento realizado en la localidad
de Bariloche en 2017 aporta evidencia en este sentido, indicando que, a
pesar de gastar una mayor proporción de su ingreso en energía, los
hogares más pobres perciben frío. Es decir, interpretan que sus
necesidades en términos de energía para calefacción no son cubiertas
(Savarese, 2017). Entonces, sería importante poder dimensionar en
próximos estudios la brecha entre necesidad de energía y demanda
efectiva o gasto realizado. Finalmente, en cuanto a la aproximación de
la incidencia de la vulnerabilidad energética, los datos de la ENGHo no
permiten abarcar todas las dimensiones de la problemática energética.
Sin embargo, autores como (Schueftan y González, 2013; González, 2008)
observan que la eficiencia energética de las viviendas no resulta
conveniente para las características climáticas de la región y que las
prácticas energéticas representan un factor fundamental para comprender
el vínculo de los hogares con las fuentes de energía y el medio
ambiente.
En síntesis, con estos resultados se aporta información a los hacedores
de política para diseñar o perfeccionar instrumentos con una
focalización más apropiada de la población afectada. Se destacan la
necesidad de profundizar el análisis de dimensiones no monetarias de la
vulnerabilidad energética y realizar estudios diferenciados
territorialmente.
AGRADECIMIENTOS
Este artículo fue escrito sobre la base de un informe técnico realizado
por integrantes del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre
Territorio, Economía y Sociedad (CIETES) de la Sede Andina de la
Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) al Proyecto Bioenergía Andina
de la Fundación INVAP y financiado por el Banco Interamericano de
Desarrollo. Se agradecen los valiosos comentarios y asesoramiento del
Lic. Roberto Kozulj.
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ment-goals/goal-7-affordable-and-clean-energy.html
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Pie de página:
1 La región patagónica está compuesta por las provincias de Río Negro, Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut y Neuquén.
2 Si un hogar destina más del 20% de sus ingresos a satisfacer las
necesidades energéticas de su vivienda, se lo considera en una
situación de extrema pobreza de combustible.
3 Para el caso de la variable ingreso se denomina Curva de Lorenz.
4 En el artículo 75 de la Ley 25.565/2002, se establece la creación del
Fondo Fiduciario para Subsidios de Consumos Residenciales de Gas, con
el objeto de financiar las compensaciones tarifarias que las
distribuidoras o subdistribuidoras zonales de Gas Natural y GLP de uso
domiciliario perciben por la aplicación de tarifas diferenciales a los
consumos residenciales para la zona Sur del país y del Departamento
Malargüe de Mendoza. A su vez, el artículo 69 de la Ley N° 26.546/2009
prorrogó por nueve años el plazo dispuesto de vigencia de dicho
régimen. Por lo tanto, los usuarios de gas natural de las provincias
patagónicas están beneficiados con un subsidio del 50% sobre cargo fijo
y variable de Gas Natural. El dato informado en la ENGHo es el monto
pagado en Gas Natural, incluyendo consumo, impuestos y otros
componentes de la facturación. Para analizar el impacto del subsidio,
se descontó del monto correspondiente a IVA, que es el impuesto de
mayor valor que afecta el total facturado. Es necesario destacar que al
no haber descontado el total de impuestos y otros conceptos sobre los
que el subsidio no aplica, hay posibilidades de estar subestimando el
gasto en Gas Natural y, por lo tanto, la pobreza energética.
5 Asimismo, deja abierta la posibilidad de medir la incidencia del
gasto empobrecedor, es decir, el porcentaje de hogares para los cuales
el gasto en energía deja disponible un ingreso equivalente para el
hogar menor a la línea de la pobreza.