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SiePAÍS - INFORMACIÓN ENERGÉTICA: ARMONIZACIÓN METODOLÓGICA, GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO REGIONAL Y LA PREPARACIÓN ESTADÍSTICA PARA LAS TRANSICIONES ENERGÉTICAS

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Por: Luciano Caratori

Consultor OLADE
Noviembre 2021


La disponibilidad de información energética oportuna, consistente, completa, confiable y comparable es un requisito fundamental no sólo para proveer de transparencia y de rendición de cuentas al sector público, sino también para la toma de decisiones basadas en evidencia, para la evaluación del desempeño de las políticas públicas y, en particular, en el caso del sector energético, para el planeamiento y la integración de la región.


Es por esto que la estadística energética se encuentra históricamente en el corazón de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), como parte de la infraestructura fundamental para facilitar el cumplimiento de los objetivos y funciones establecidas en su instrumento constitutivo de 1973, el Convenio de Lima, materializándose sus esfuerzos en este sentido, tanto en aspectos metodológicos como de fortalecimiento de capacidades y de desarrollo de procesamiento, integración y difusión de información, incluyendo productos de conocimiento.

Las transiciones energéticas globales en curso suponen la concertación de esfuerzos individuales y colectivos por parte de los países y de las regiones, que generan desafíos vinculados con el diseño de políticas y estrategias que les permitan atravesarlas manteniendo —o, más bien, fortaleciendo— su competitividad, su seguridad de abastecimiento energético, la asequibilidad y el acceso a la energía por parte de la población en un contexto de fuertes desigualdades económicas.

En estos procesos de transformación, los países enfrentan diferentes desafíos vinculados no sólo con sus diferentes puntos de partida, sino también con la disponibilidad de recursos (naturales, de capital humano y de acceso al financiamiento), la infraestructura existente y de acceso a los mercados, incluyendo la integración.

Un lenguaje común, sobre la base del diálogo

Respecto de la integración energética, a las vinculaciones de infraestructura física, de mercado y políticas, se suma la necesidad de establecer un lenguaje común, del cual uno de los bloques fundamentales es la estadística energética integral.

La estadística energética de calidad facilita el diálogo no sólo entre los Estados Miembros de OLADE, sino también entre dichos Estados y el sector privado —incluyendo a la academia, al sector empresario y demás actores de la sociedad civil— y entre nuestra región y el resto del globo.

De entre estas iniciativas vinculadas con la labor de facilitar la realización de esfuerzos comunes por parte de los Países Miembros de OLADE para promover la integración, destacamos el “Programa para el Fortalecimiento de la Gestión y Difusión de la Información Energética para el Desarrollo Sostenible en América Latina y el Caribe”, que fue puesto en marcha en 2017, ejecutado por la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) y financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a través de su Programa de Bienes Públicos Regionales.

El programa, que aborda algunas de las principales dificultades enfrentadas por los países de la región en cuanto a los procesos y resultados vinculados con la gestión de estadísticas energéticas, desde su infraestructura, capacidades y disponibilidad de datos hasta la armonización metodológica que permita establecer aquel mentado “lenguaje común”, sobre la base de la experiencia acumulada desde su creación, incluyendo el acervo histórico de información, el conocimiento metodológico, la infraestructura tecnológica ya desarrollada y, en particular, las capacidades técnicas presentes en la Organización —en particular en sus equipos técnicos— y en los Países Miembros y otras experiencias valiosas como la constitución de Comités de Información Energética.

Dadas estas condiciones preexistentes, fortalecer las capacidades técnicas regionales para la gestión de la estadística energética supone en primer lugar un desafío en términos de gestión del conocimiento y requiere, entre otros aspectos, identificar y formalizar el conocimiento tácito presente en los equipos técnicos, explicitándolo y documentándolo para facilitar su intercambio. Es decir, tornarlo “transportable”.

Es por esto que, el punto de partida del trabajo en el marco del programa fue la facilitación del diálogo entre los equipos técnicos de los Países Miembros para identificar las particularidades, brechas y desafíos vinculados con la gestión integral de sus estadísticas energéticas de manera de catalizar una armonización metodológica que permita la comparabilidad intra e interregional de aquellas, promoviendo la documentación de las decisiones que surgieran de dichos intercambios.

En la práctica, dicha documentación se materializa tanto en manuales y guías de referencia, como en las implementaciones que surgieran tanto de los Sistemas de Información Energética Nacional de los Países (siePAÍS), realizadas por los expertos técnicos de OLADE y de los Países Miembros que los implementaron (doce a la fecha) como en la re-parametrización según el sistema armonizado de la Plataforma de Información Energética de Latinoamérica y el Caribe (SIE Regional) de OLADE.

Desafíos de la armonización

Los procesos de armonización metodológica resultan complejos, toda vez que suponen, por un lado, fortalecer las capacidades de los diferentes actores involucrados y, por el otro, procurar la comparabilidad de las estadísticas a partir de metodologías comunes que debido a su naturaleza no pueden adecuarse estrictamente a las utilizadas históricamente por cada parte, sino que suponen buscar y acordar sobre denominadores comunes que permitan compararlas.

Fortalecer las capacidades para satisfacer las crecientes demandas en la especificidad y resolución de los datos requeridos supone, como mencionáramos, abordar aspectos de capacitación, pero también de acceso a la tecnología y de la construcción de los arreglos institucionales necesarios para la gestión integral de estadísticas energéticas que debido a las diferentes estructuras organizativas de los sectores energéticos de cada país no siempre facilitan el acceso a las fuentes de información necesaria para su recolección.

Por su parte, armonizar criterios supone facilitar la toma de decisiones colectivas que se encuentran condicionadas por las prácticas existentes y por los criterios establecidos habitualmente por cada país para la definición y agrupación de fuentes energéticas, así como de centros de transformación y de sectores sobre los cuales se informa el consumo final de energía, que históricamente presentan mayor o menor nivel de desagregación en función de la relevancia de cada sector de consumo en el país que elabora sus estadísticas y de los requerimientos de consistencia con sus cuentas nacionales.

En esta misma línea, las diferencias en las estructuras de la oferta y la demanda de energía y de las economías entre diferentes regiones, y criterios específicos sobre las condiciones de registro de diferentes variables presentaron durante el proceso desafíos relevantes para, por ejemplo, la armonización de la metodología para la elaboración de Balances Energéticos Nacionales y otras estadísticas energéticas de Latinoamérica y el Caribe con las Recomendaciones Internacionales sobre Estadísticas Energéticas (IRES, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas, también utilizadas por la Agencia Internacional de Energía, que fueron tomadas como referencia metodológica según los términos de referencia del proyecto.

Como resultado de esto, el proceso de armonización resulta similar a un proceso de convergencia, mediante el cual se procura mejorar la comparabilidad al tiempo en el que se preservan las series históricas de balances según la metodología previa y de las variables más importantes del sector energético de cada país de la región, y facilitando los empalmes cuando resulta posible, realizando un “mapeo” de las correspondencias.

Asimismo, a esta definición de una metodología armonizada para la construcción del balance energético se sumó la discusión de aspectos vinculados con la información sobre infraestructura energética, reservas y potenciales, cálculo de emisiones de gases de efecto invernadero, aspectos socioeconómicos (en colaboración con CEPAL), indicadores, información sobre el mercado eléctrico y precios de los energéticos.

En tal sentido, el proceso aquí descrito no sólo requirió de esfuerzos en las dimensiones técnicas (como por ejemplo mediante la capacitación y el aprendizaje mutuo entre las partes) y tecnológicas (como por ejemplo mediante la implementación de los sistemas nacionales y el desarrollo del nuevo SIE regional) que ya fueron mencionadas, sino también en la dimensión política, pues supone la publicación de información bajo criterios armonizados que es complementaria a la que cada país miembro publica por su cuenta y que en algunos casos puede presentar diferencias con las series construidas mediante las metodologías previas.

Bienes públicos con difusión pública

Otro aspecto relevante respecto de este proceso, que no hemos abordado hasta aquí, es el segundo término que da título al programa, que es la “Difusión de la Información Energética para el Desarrollo Sostenible”, y que está vinculada con promover el acceso y la utilización de la información publicada no sólo por parte del público especializado o gubernamental, sino también por parte de los demás actores de la sociedad de manera de fomentar, como planteamos al inicio, la transparencia, la rendición de cuentas, y la capacidad de cada parte interesada en cuanto a la toma decisiones informadas sobre el sector.

En esta dirección, cabe destacar la sinergia del programa con iniciativas anteriores llevadas adelante por parte de OLADE —con los Países Miembros, unilateralmente y con sus aliados— como la creación de productos de conocimiento generales, como por ejemplo el Panorama Energético, o específicos, como por ejemplo el Informe de Precios de la energía en América Latina y el Caribe y las series de documentos de trabajo, así como en herramientas digitales como los reportes de SIELAC y sus visualizaciones, o la apertura al público de los datos realizada desde 2017 y su integración con el Hub de Energía liderado por el BID.

Energía, cambio climático y la preparación estadística para las transiciones energéticas

Finalmente, y de regreso a la cuestión de las transiciones energéticas, estas suponen, entre otros aspectos económicos, sociales y ambientales, transformaciones vinculadas con los esfuerzos globales para la mitigación y la adaptación al cambio climático.

En el caso de los países signatarios del Acuerdo de París, el acuerdo genera para cada parte compromisos y obligaciones vinculadas con la provisión de información a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, como por ejemplo la publicación de Informes Bienales de Transparencia, Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) y Estrategias de Largo Plazo de Desarrollo Bajo en Emisiones (LTS, por sus siglas en inglés), que se suman a las preexistentes (como los Inventarios Nacionales de Gases de Efecto Invernadero).

En este sentido, cobran relevancia los crecientes requerimientos de transparencia que surgen de los consensos y las negociaciones internacionales como, por ejemplo, la decisión que surgió de la COP26 en Glasgow respecto del “libro de reglas” del Acuerdo de París, en cuanto a la definición de aspectos metodológicos vinculados con el Marco de Transparencia Reforzado.

Las orientaciones que surgieron del Pacto Climático de Glasgow, adoptado en noviembre de 2021 para la puesta en práctica de las modalidades, procedimientos y directrices del Marco de Transparencia Reforzado del Acuerdo de París establecieron nuevos regímenes de información y mayores requerimientos sobre los regímenes de información y mecanismos de seguimiento y reporte existentes, que a pesar de los mecanismos de flexibilidad allí previstos suponen nuevos desafíos para las partes y para sus estadísticas sectoriales, como en el caso de la energía.

Asimismo, si en el proceso de descarbonización energética se supone la adopción de nuevas formas de producción, transformación y uso de la energía, como por ejemplo del hidrógeno, los sistemas de información energética y los Balances Energéticos Nacionales deberán paulatinamente incorporar estas nuevas fuentes y actividades, sobre todo teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos los datos que no son relevados en los períodos en los que deberían producirse difícilmente puedan obtenerse ex post, perdiéndose la oportunidad de contar con ellos para la construcción de estadísticas.

Esto implica que el mediano y largo plazo que se vislumbra para la información energética sería dinámico, exigente, rico en nuevas fuentes de datos y desafiante en términos de su aprovechamiento, lo que refuerza la necesidad de fortalecer los cimientos comunes de la estadística energética de la región para construir en firme su futuro, dejando aun mucho trabajo por delante.




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