25
ENERLAC • Volumen VII. Número 1. Julio, 2023. ISSN: 2602-8042 (impreso) / 2631-2522 (digital).
OLADE – AUGM
entenderá que un hogar se encuentra en si-
tuación de pobreza energética cuando no
acceda a servicios energéticos básicos y
asequibles en el hogar. Las mediciones se
realizaron en base a datos de las Encuestas
de Gastos e Ingresos de los Hogares (ENGIH)
relevadas por el Instituto Nacional de Estadís-
tica (INE) en 2005-6 y 2016-17, las cuales son
las fuentes de información con datos de ingresos
y de los hogares más actuales en el país (INE,
2020). Estos resultados se analizan globalmente;
y se profundiza cada una de sus dimensiones
desagregando entre regiones y decil de ingresos.
TRAYECTORIA DEL CONCEPTO DE POBREZA
ENERGÉTICA
No es hasta la década de 1980, que en Inglaterra
se acuña por primera vez el término de “Fuel
Poverty” (pobreza combustible). El concepto es
introducido por Isherwood y Hancock en 1979,
luego que la crisis del petróleo de 1973-74
generara un aumento del precio de la energía
(Castaño, Solís, y Marrero 2020), y que se
constatara un aumento de muertes en los meses
de invierno respecto a los restantes meses del
año, debido en parte a las dificultades de la
población para hacer frente a los costos de
combustible para calefacción (Day, Walker
y Simcock, 2016). Sin embargo, no es hasta
1991, cuando Brenda Boardman, establece una
definición en función de si los hogares supera-
ban o no el umbral del 10% de sus ingresos
destinados a gastos energéticos. Diez años
después, el Reino Unido establece este criterio
como indicador formal de Fuel Poverty y define
una línea de política pública para actuar direc-
tamente sobre el tema. Luego, en 2012 se realiza
una revisión de la metodología, modificándose
este indicador por el indicador actual LIHC (Low
Income High Cost) (PNUD, 2018; Day,
Walker y Simcock, 2016).
Este ha sido, muy a grandes rasgos, el desarrollo
del concepto en Reino Unido. Sin embargo, la
idea de una medición que dé cuenta del vínculo
energía – pobreza, si bien surge en Inglaterra,
trascendió rápidamente las fronteras al resto de
Europa primero y a nivel internacional luego,
asumiendo en general el concepto de Pobreza
Energética (PE). En la actualidad, la investi-
gación en esta temática es liderada por Europa,
donde la mayoría de los países tienen medi-
ciones oficiales y políticas concretas sobre PE,
llegando incluso a establecer un Observatorio
de PE paneuropeo, con el objetivo de estanda-
rizar mediciones, compartir experiencias de
política pública e investigaciones sobre el tema
(Tirado Herrero, 2018; Thomson, Bouzarovski &
Snell, 2017).
En América Latina y el Caribe (LAC), sin embargo,
la PE aún no es un campo de estudio consolida-
do y su desarrollo, necesariamente presenta
diferencias respecto a los estudios realizados en
Europa, debido por lo menos a tres elementos.
En primer lugar, Europa presenta un clima en
promedio más frío, lo que implica que, para
gran parte del continente la calefacción de
ambientes sea un servicio de primera necesidad
en invierno. En segundo lugar, LAC presenta
niveles de desarrollo económico y social muy
disímil al europeo, con mayores niveles de
desigualdad y necesidades básicas insatisfechas.
Por último, los sistemas de información dispo-
nibles son también muy distintos entre ambos
continentes, lo que obliga necesariamente a
repensar el concepto a la hora de aplicarlo a las
distintas coyunturas nacionales. Pese a esto,
en los últimos años LAC ha asistido a un impor-
tante desarrollo de la investigación en esta área,
por ejemplo: Urquiza, et al. (2017) en Chile;
Calvo, et al. (2019) en Chile; Castelao y Méndez
(2019) en Argentina; García Ochoa (2014) en
México; Dehays y Schuschny (2019) en LAC;
Duran, (2018) en Argentina; Villalobos, Chavez
y Urube (2019) en Chile; Contreras (2019) en
Uruguay; Civitaresi et. al. (2021) en la provincia
de Río Negro, Argentina, etre otros. También
se pueden encontrar investigaciones en otros
contextos, como Shinichiro, (2017) en Japón;
Mirza y Szirmai (2010) en Pakistan; Nussbaumer,