INDICADORES DE EFICIENCIA ENERGÉTICA DEL TRANSPORTE DE CARGA POR
CARRETERA PARA EL DESARROLLO DE UNA POLÍTICA INTEGRAL DE TRANSPORTE EN
MÉXICO
Edgar Roberto Sandoval García1, Yasuhiro Matsumoto Kuwabara2,
Juan
Carlos Pedraza Reyna3
1Doctor en Ciencias en Desarrollo Científico y Tecnológico
para la
Sociedad, Programa Transdisciplinario. Candidato al Sistema Nacional de
Investigadores, CONACYT (2018- 2020). Profesor de tiempo completo con
perfil deseable acorde a Secretaría de Educación Pública - Tecnológico
Nacional de México (2018-2020). Adscrito a la División de Ingeniería en
Logística-TESCI. Experiencia profesional de más de diez años en la
industria química nacional. rsandovalvg75@tesci.edu.mx
2Ingeniero en Comunicaciones y Electrónica de la ESIME-IPN,
México.
Doctor en Ciencias por la Universidad de Osaka, Japón (1990). Profesor
titular del Departamento de Ingeniería Eléctrica del Cinvestav-IPN para
realizar estudios de los materiales y dispositivos semiconductores,
desde 1994. Ha preparado celdas solares (CS) de películas delgadas y
contribuido en la fabricación de las CS de silicio cristalino y módulos
fotovoltaicos en la planta piloto. Miembro de la Asociación Nacional de
Energía Solar, de la International Solar Energy Society, de la Academia
Mexicana de Ciencias y del IEEE. ymatsumo@cinvestav.mx
3Licenciado en Contaduría y Maestro en Finanzas Corporativas
por la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Cuenta con un diplomado
en Logística y Cadena de Suministro. Socio del Colegio de Contadores
Públicos de México (CCPM). Director del Despacho contable Balance
Consulting Services S.C. Catedrático en el Tecnológico de Estudios
Superiores de Cuautitlán Izcalli (TESCI), Universidad UVM y Grupo
ENCIP. Jefe de carrera de Ingeniería en Logística en el TESCI, desde
2016 hasta la presente fecha. cppedraza@tesci.edu.mx
Recibido:
04/09/2019 y Aceptado: 08/11/2019
ENERLAC. Volumen III. Número 2. Diciembre, 2019 (26-43).
RESUMEN
Durante el período 2013-2016 México cumplió la meta de reducir su
intensidad energética al pasar de 0.102 toe/1000 dólares en 2012 a
0.0809 toe/1000 dólares en 2016 acorde a lo establecido en el Plan
Nacional de Desarrollo. Sin embargo, en 2017 México presentó un índice
de independencia energética de 0.76, es decir, generó 24% menos energía
de la necesaria para satisfacer las diversas actividades productivas.
Por tal razón, se debe tener claridad sobre qué sector económico es el
que más consumo energético presenta y por qué, con la finalidad de
lograr definir estrategias de cambio. Esta propuesta de investigación
pretende coadyuvar a la definición de indicadores de eficiencia
energética para el autotransporte de carga, los cuales podrán ser
utilizados para el diseño de políticas integrales de transporte y
posteriormente, monitorear su efectividad. El valor de intensidad
energética del diésel para el autotransporte de carga ha decrecido en
un 2.8% entre el 2012 y el 2017. Para el 2017 se estima un valor de
intensidad energética del diésel cercano a 2 MJ/ tkm, cifra que aún
continúa siendo del doble del valor de intensidad energética de otras
economías, siendo la principal causa la baja productividad de capacidad
de transporte.
Palabras clave: Indicadores,
Eficiencia Energética, Transporte de
Carga, Política Integral, Capacidad de Transporte, México.
ABSTRACT
During the period 2013-2016, Mexico met the objective of reducing its
energy intensity by decreasing from 0.102 toe / 1000 dollars in 2012 to
0.0809 toe / 1000 dollars in 2016 according to the provisions of the
National Development Plan. However, in 2017, Mexico showed an energy
independence index of 0.76, that is, it generated 24% less energy than
necessary to satisfy the various productive activities. For this
reason, it should be clear about which economic sector is the one with
the most energy consumption and why, in order to define transformation
strategies. This research proposal aims to contribute to the definition
of energy efficiency indicators for the road freight transport
sub-sector, which can be used to design integral transport policies and
subsequently monitor their effectiveness. The energy intensity value of
diesel for freight road transport has decreased by 2.8% between 2012
and 2017. For 2017, an energy intensity value of diesel is estimated at
close to 2 MJ / tkm, a figure that still remains twice the value of
energy intensity from other economies, being the main cause the low
productivity of transport capacity.
Keywords: Indicators, Energy
Efficiency, Freight Transport, Integral Policy, Transport Capacity,
Mexico.
INTRODUCCIÓN
En cualquier economía, la eficiencia energética es la forma menos
costosa de satisfacer la nueva demanda de energía. Las mejoras en la
eficiencia energética reducen la cantidad de uso de energía requerida
para proporcionar un servicio. Por lo tanto, los gobiernos que exhortan
la inversión en eficiencia energética y diseñan políticas para apoyar
su implementación generan múltiples beneficios económicos, sociales y
medioambientales. Sin embargo, a nivel mundial, la eficiencia
energética no ha sido del todo apropiada a pesar de sus múltiples
beneficios comprobados y su potencial para convertirse en el recurso
más grande para satisfacer la creciente demanda de energía en todo el
mundo (ACEEE, 2019).
A nivel mundial, las cifras muestran que el impacto de la eficiencia
energética en la demanda se ha reducido a la mitad en los últimos 20
años en comparación con los 20 años anteriores. Una de las razones más
importantes es la falta de datos adecuados para construir los
indicadores apropiados. Sin datos no hay indicadores, y sin indicadores
resulta complicado hacer una evaluación sólida de una situación. Por lo
tanto, este déficit de información conlleva dificultades para optimizar
la forma de evaluar y de diseñar políticas, así como para monitorear el
progreso y las fallas (IEA, 2018).
En México acorde al Programa Nacional de Desarrollo (PND) 2013-2018,
dada la importancia de la energía para el desarrollo de cualquier
economía, resultaba indispensable abastecer de energía al país con
precios competitivos, calidad y eficiencia a lo largo de la cadena
productiva (SEGOB, 2014).
Para lograr lo anterior se establecieron seis objetivos con sus
respectivos indicadores de cumplimiento, siendo el principal el
“Diseñar y desarrollar programas y acciones que propicien el uso óptimo
de energía en procesos y actividades de la cadena energética nacional”,
y una meta vinculante de mantener a 2018 una intensidad energética por
lo menos igual a la de 2012 (667.47 kJ/$ de PIB producido a moneda de
2008) (SEGOB, 2014).
En general, acorde a datos de la Agencia Internacional de Energía (IEA,
por sus siglas en inglés) (2019), el desempeño-país en términos de
intensidad energética, considerando la energía primaria, ha mostrado
una tendencia decreciente en los últimos años al pasar de 0.102
toe/1000 USD (2010) en 2012 a 0.0809 toe/1000 USD (2010) en 2016
(Figura 1), lo que representa una tasa de crecimiento anual compuesta
(CAGR, por sus siglas en inglés) de -3.8%.
Figura 1. Intensidad energética
medida en términos de energía primaria y PIB, 2016 (toe/1000 dólares
(2010)).
Fuente: Elaboración de los autores con datos de IEA-SDG 7
(https://www.iea.org/sdg/efficiency/)
No obstante, lo anterior, en términos de seguridad energética, al
cierre de 2017 el país presentó un índice de independencia energética
equivalente a 0.76. Es decir, generó 24% menos energía de la necesaria
para satisfacer las diversas actividades productivas y de consumo
dentro del territorio nacional (Figura 2). Siendo la independencia
energética un índice internacional para medir el grado en que un país
puede cubrir su consumo de energía derivado de su producción; si este
es mayor a uno, se considera que el país es independiente
energéticamente (SENER, 2017).
Figura 2. Índice de
independencia energética, 2007-2017.
Fuente: Balance Nacional
de Energía, SENER 2017.
Durante los últimos diez años, este indicador ha variado en promedio en
-5%, por lo que, de seguir el comportamiento tendencial observado, en
15 años el país se volvería una nación totalmente dependiente de
energía primaria.
Por lo anterior, resulta prioritario prestar especial atención a
aquellos sectores económicos que presenten una alta demanda energética,
para comprender el por qué y así poder definir nuevas vías de
descarbonización de la economía en el corto y mediano plazo, tal como
el sector transporte, sector que consume el 44% del total de la energía
neta del país (SENER, 2017), además de ser el principal emisor de GEI
(SEMARNAT, 2015).
En específico para el subsector autotransporte de carga, actor clave de
este estudio al consumir en 2016 el 23.3% de la energía total del
sector transporte con una participación de sólo el 2% del total de
vehículos en el país (BIEE, 2019), entre las diferentes estrategias y
líneas de acción propuestas por el gobierno federal que permitirían
incidir en el uso óptimo de la energía a nivel país, se encontraban: el
incrementar la eficiencia en el consumo de energía del sector
transporte y fortalecer las capacidades nacionales de investigación
relacionada a la eficiencia energética.
En este sentido, en la reciente Evaluación Internacional de Eficiencia
Energética elaborada por ACEEE (2018), en donde México ocupo la
posición 12 de los 25 países que más consumen energía en el mundo, se
reconoce la necesidad de incorporar componentes más rigoristas sobre
estándares de ahorro de combustible para el transporte pesado de carga,
además de que el país podría verse beneficiado si incrementa la
inversión en el tránsito ferroviario. En cuanto a la intensidad
energética del autotransporte de carga, el estudio también la muestra
como una oportunidad de mejora ya que México tiene un alto consumo de
energía por tonelada-km (tkm) recorrido.
De hecho, en base a datos reportados por la BIEE (2019), en el país se
consume en promedio 2 veces más combustible por tonelada-km que países
con mayor participación del autotransporte de carga en el tráfico total
de mercancías, tales como Alemania, Corea del Sur y España, y 2.5 veces
más que su principal socio comercial, los Estados Unidos de América
(EUA) (Figura 3).
Figura 3. Consumo unitario de
transporte de mercancías ajustado al reparto modal, México respecto a
diversos países (2015).
Fuente: Elaboración de los
autores con base a datos de BIEE (2019). Como el transporte de
mercancías por vías navegables o trenes requiere menos energía por
unidad de tráfico que por carretera, las diferencias en la distribución
modal afectan el consumo unitario de transporte de mercancías. Este
gráfico muestra cuál sería el consumo unitario de transporte de
mercancías (por tonelada.km) de diversos países suponiendo el mismo
reparto modal que México.
Como principal antecedente de investigación en el tema de indicadores
de eficiencia energética y su importancia como instrumento para la
transición energética, en 2011, la Secretaría de Energía (SENER) (2011)
con apoyo financiero y tecnológico de la IEA y la Embajada Británica,
publicó el documento “Indicadores de Eficiencia Energética en México: 5
sectores, 5 retos”. Partiendo de la revisión estadística, los autores
concluyeron que la información existente del autotransporte era
insuficiente para el cálculo de los indicadores; por lo que se llevaron
a cabo reuniones con dependencias y organismos vinculados al sub-sector
autotransporte. El resultado obtenido para el autotransporte de carga
al utilizar 648.5 PJ en el año 2010, de los cuales predominó el uso de
diésel con 49.6%, seguido por 46.3% de gasolina y 4.1% de gas L.P., fue
una intensidad energética de 0.5 MJ / tonelada-kilómetro.
Con lo anterior como premisa, esta propuesta de investigación pretende
coadyuvar a la definición de indicadores de eficiencia energética (IEE)
para el subsector autotransporte de carga, los cuales podrán ser
utilizados para el diseño de políticas públicas integrales que
consideren y fomenten la interacción entre la infraestructura, el
transporte y la logística (CEPAL, 2010), y posteriormente, monitorear
su efectividad.
Así, en la primera sección del desarrollo de esta propuesta, se parte
del enfoque de utilizar datos institucionales (disponibles hasta 2017),
para la recopilación de información acorde a la propuesta metodológica
de la Agencia Internacional de Energía (IEA, 2018). En una segunda
sección del desarrollo se utilizan, en combinación, datos provenientes
de encuestas para validar y soportar la recolección de datos.
Posteriormente en la sección de resultados se presentan el conjunto de
indicadores obtenidos haciendo una comparación de estos entre el año
2012 y 2017. Finalmente se analiza el impacto de los IEE en la
delimitación de políticas integrales de transporte.
La delimitación de este estudio comprende sólo a los bienes
transportados en territorio mexicano y en específico por modo terrestre.
DESARROLLO
Bajo los principios de: a) la recopilación de datos y el desarrollo de
indicadores no deben verse como un fin en sí mismo, sino más bien como
un comienzo para su uso posterior y b) recopilar sólo la información
necesaria que permita diseñar y aplicar políticas públicas adecuadas,
esta propuesta estima, como primera etapa, los indicadores sugeridos
por la Agencia Internacional de Energía (IEA, 2018). Para lo cual se
analiza de manera sucinta la información procedente de bases de datos y
documentos institucionales de libre acceso disponibles en internet.
Como segunda etapa, se analiza información compartida por la Secretaría
del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), procedente del
programa piloto “Transporte Limpio”.
Análisis de
información institucional
Durante la última década, el PIB nacional ha mostrado una tendencia
decreciente al pasar de 1.2 a 0.92 billones de dólares. Durante el
mismo período, el aporte del autotransporte de carga paso del 2.87% en
2010 a 3.25% en 2017 (CANACAR, 2018).
Entre 2000 y 2016, el consumo energético total de los camiones de carga
paso de 339 PJ en el año 2000 a 524.3 PJ en 2016 (Figura 4) lo que
representa una participación, respecto al consumo energético total del
transporte carretero, del 23.9% y el 24.9% respectivamente (BIEE, 2019).
Figura 4. Consumo energético
total de los camiones de carga respecto al transporte carretero,
2000-2016 (PJ).
Fuente: Elaboración de los
autores en base a datos de BIEE (2019).
Acorde a SENER (2018), durante el 2017 la demanda total de petrolíferos
fue de 1,543 miles de barriles diarios (mbd), de los cuales el país
sólo produjo el 42.7%, destinando el 79.4% del total a las necesidades
del sector transporte. Por tipo de motor, el 97.6% del parque vehicular
empleo sistemas con base a gasolina, es decir 33,489 miles de
vehículos. El mismo año, aproximadamente 1,148 miles de vehículos
empleo sistemas con base a diésel (SCT, 2017).
El consumo de gasolinas en 2017 fue de 798.8 miles de barriles diarios,
que al dividirlos entre el número de unidades con motor a gasolina se
obtiene un consumo promedio de 0.024 barriles día/vehículo y una
generación diaria de 294.9 miles de toneladas de CO2 (considerando un
factor de emisión promedio de 2.322 kg CO2/litro (INECC, 2014)).
Del total del diésel suministrado en 2017 para el sector transporte
(344 mbd), 12.9 mbd fueron consumidos por el transporte marítimo y 13.4
mbd por el transporte ferroviario. Por diferencia, se obtiene que el
transporte carretero consumió 317.7 mbd, obteniéndose un valor de
consumo promedio de 0.277 barriles día/vehículo, 11.5 veces más que los
vehículos a gasolina, y una generación diaria de 131.13 miles de
toneladas de CO2 (considerando un factor de emisión promedio de 2.596
kg CO2/litro (INECC, 2014)).
A mediano plazo, SENER (2018) prevé que las gasolinas continuarán
siendo el combustible de mayor demanda en el autotransporte al
incrementar 30% su demanda, alcanzando 1 040 mbd al año 2032. Así
mismo, durante el período 2018-2032, el consumo de diésel se
incrementará en 55%, alcanzando los 492.7 mbd, dado el aumento en el
parque vehicular de uso intensivo de dicho combustible.
En la actualidad en México, la demanda de diésel en el autotransporte
se destina principalmente al transporte de carga y pasajeros (SENER,
2014). Durante el 2017, la clasificación de unidades vehiculares del
autotransporte de carga por clase de vehículo se compone básicamente de
cuatro tipos de vehículos, tal como se muestra en la siguiente tabla 1.
Tabla 1. Clasificación de
unidades del autotransporte de carga por clase de vehículo y número de
unidades en 2017.
Fuente: Elaboración de los autores en base a SCT (2017).
Dando un total de 463,016 unidades motrices, de los cuales 420,527
(91%) operaron con diésel (Tabla 2). Otro tipo de unidades de carga,
tales como grúas, tolvas, revolvedoras, representan 497, 124 unidades.
Así mismo, en el mismo año, circularon 231,000 autobuses de pasajeros a
diésel (SCT, 2017).
Tabla 2. Unidades motrices del
Autotransporte de Carga por Tipo de Combustible, 2017.
Fuente: Elaboración de los
autores en base a SCT (2017).
En cuanto al tráfico de toneladas-km desplazadas por el autotransporte
de carga durante el período 2010-2017, acorde a datos de SCT (2017),
este ha crecido a una tasa anual compuesta de 2.18% en las diferentes
modalidades de transporte, tal como se muestra en la figura siguiente,
siendo la clase de vehículo T-3, en sus diferentes combinaciones, la
predominante con el 82% de material desplazado en 2017 con un total de
230,952 millones de tkm.
Figura 5. Toneladas-kilómetro
(tkm) del transporte de carga por tipo de vehículo.
Fuente: Elaboración de los
autores con datos de SCT (2017).
Respecto a las toneladas totales transportadas por clase de vehículo en
2017, el 71.8% o 431.5 millones de toneladas se movilizaron en
vehículos clase T-3 (Tabla 3) con una distancia media recorrida por
tonelada transportada de 535 km (SCT, 2017).
Tabla 3. Toneladas desplazadas,
toneladas-km y distancia media recorrida, por clase de vehículo.
Fuente: Elaboración de los
autores con datos de SCT (2017).
Otra variable recomendada por la IEA para el cálculo de indicadores de
eficiencia energética en el transporte, son los vehículos-km (vkm)
totales del autotransporte de carga, que se obtiene de la sumatoria del
producto del número de vehículos de las diferentes clases por su
distancia media recorrida por tonelada transportada (km), dando un
total en 2017 de 427.8 millones vkm (Tabla 4).
Tabla 4. Estimación de vkm,
2017.
Fuente: Elaboración de los
autores con datos de SCT (2017).
Respecto al rendimiento promedio de consumo de combustible de vehículos
de carga durante el período 2000-2016 (Figura 6), éste prácticamente se
ha mantenido constante al pasar de 40.7 litros / 100 km a 40.1 litros /
100 km (2.46 km/l a 2.49 km/l) (BIEE, 2019).
Figura 6. Kilómetros recorridos
del autotransporte de carga VS. consumo específico de combustible
(2000-2016).
Fuente: BIEE (2019).
Así mismo, acorde a datos de BIEE (2019), entre el año 2000 y el 2016
el consumo energético de camiones de carga y autobuses de pasajeros ha
seguido una relación de 82/18. Aplicando dicha relación al consumo de
diésel del transporte carretero (317.7 mbd) y considerando despreciable
el consumo de vehículos particulares de pasajeros, se estima que los
vehículos de carga a diésel consumieron 260.5 mbd, lo que representa el
75.7% del consumo de diésel del sector transporte y un consumo
energético anual de 539.18 PJ (Densidad promedio= 0.826 kg/l, Poder
calorífico promedio= 43.18 MJ/kg (INECC, 2014)).
Análisis de
información proveniente de
encuestas
Recientemente la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales
(SEMARNAT) ha implementado a nivel nacional un programa voluntario que
busca que el transporte de carga y pasaje que circula por el país sea
más eficiente, seguro, competitivo y amigable con el medio ambiente, al
cual ha denominado “Transporte Limpio”.
Para la realización de esta propuesta de investigación se tuvo el apoyo
de SEMARNAT, la cual a través de la Subdirección del Sector Transporte
se tuvo acceso a 180 cuestionarios aplicados a diversas empresas de
transporte de carga con sistemas de propulsión a diésel.
Dado que los datos recibidos incluían una clasificación por tipo de
recorrido, corto o largo, los datos promedio resultantes se derivan de
una ponderación entre número de unidades y tipo de recorrido.
Así, en las siguientes tablas se muestran los datos resumidos para la
categoría de tracto-camión (T2 y T3) y camiones (C2 y C3).
Tabla 5. Valores promedio
ponderados sobre desempeño de tractocamiones.
Fuente: Elaboración de los
autores en base a encuestas aplicadas por SEMARNAT
Tomando en cuenta el número de unidades T2 y T3 mostradas en la Tabla 1
y las tkm desplazadas durante el 2017, se obtiene una intensidad
energética para tractocamiones de 2.2937 MJ/tkm, considerando solo al
diésel como combustible.
Tabla 6. Valores promedio
ponderados sobre desempeño de camiones a diésel.
Fuente: Elaboración de los autores en base a encuestas aplicadas
por
SEMARNAT
Respecto a la intensidad energética de camiones C2 y C3, considerando
el número de unidades mostradas en la Tabla 1 y las tkm desplazadas
durante el 2017, se obtiene una intensidad energética para camiones de
6.957 MJ/tkm.
Para calcular la intensidad energética tomando en cuenta tanto camiones
como tractocamiones a diésel, en la siguiente Tabla 7, se muestran los
valores promedio de todos los datos recabados en las encuestas.
Tabla 7. Valores promedio sobre
desempeño de tractocamiones y camiones a diésel.
Fuente: Elaboración de los
autores en base a encuestas aplicadas por SEMARNAT
Así, al multiplicar los 420,427 vehículos a diésel que circularon en
2017 por los 40,195.9 litros promedio de diésel consumido por camión
por año, es posible estimar un consumo de energía de 602.89 PJ sólo de
vehículos destinados a transporte de mercancía (C2, C3, T2 y T3).
Considerando la misma proporción de vehículos a diésel sobre el total
de vehículos por tipo de combustible del 91% en el total de tkm
transportadas en 2017, se estima que los vehículos a diésel desplazaron
233,083,760 miles de tkm, con lo cual se obtiene un valor de intensidad
energética de 2.5866 MJ / tkm. Cabe hacer notar que la capacidad de
transporte en términos de carga útil es aprovechada al 50% ya que el
viaje representa el desplazamiento de ida y vuelta, influyendo así en
el consumo de energía.
RESULTADOS Y
DISCUSIÓN
Si bien la metodología planteada por la IEA propone el cálculo de
indicadores para el transporte de carga considerando todas las
modalidades de transporte, en esta propuesta sólo se estiman los
indicadores de eficiencia energética para el transporte de carga por
carretera, dada la importancia y participación del modo de transporte
en el sector del país, además de la disponibilidad limitada de datos.
Para el cálculo de los indicadores F2a y F2c, dado que más del 90% de
las unidades que desplazan mercancías utilizan sistemas de combustión a
diésel y por falta de información disponible, se consideró sólo el
aporte energético de dicho combustible. Así mismo se hace una
comparación de los valores resultantes respecto a valores estimados del
2012, utilizando el mismo procedimiento con datos de BIEE (2019), SENER
(2013) y SCT (2012).
F1c= Consumo de combustible del transporte de carga
F1diésel = 260.5 mbd
F2a= Por cada modo de
carga/tipo de vehículo: consumo de energía por vkm
F2adiésel = 539,180 X103 GJ /
427,794,851 vkm
F2adiésel = 1.2604 GJ/vkm
F2c= Consumo de energía del
transporte de carga / total de toneladas-kilómetro desplazadas (tkm)
F2cdiésel = 539,180 X 106 MJ / 281,616.8 X106tkm
F2cdiésel = 1.915 MJ / tkm
F3a= Consumo de energía del
transporte de carga / Producto Interno Bruto
F3adiésel = 539,180 TJ / 917,018 millones de
dólares
F3adiésel = 0.5879 TJ / millones de dólares
Acorde a los resultados obtenidos, el valor de intensidad energética
del diésel para el autotransporte de carga ha decrecido en un 2.8%
entre el 2012 y el 2017 (CAGR= - 0.0056) alcanzando un valor de 1.915
MJ/tkm estimado por el método de análisis de datos institucionales. Aún
no es posible contrastar este valor con el derivado del análisis de
información procedente de encuestas, ya que, considerando el número de
empresas establecidas en el país, 145,265, el número de cuestionarios
compartidos por SEMARNAT no representa una muestra representativa, pero
en términos generales corrobora un valor de intensidad energética del
diésel cercano a 2 MJ/tkm. Valor que aún continúa siendo el doble del
valor de intensidad energética de otras economías, ajustado al reparto
modal del país (ver Figura 3). Y que, de acuerdo con la tendencia de
decrecimiento mostrada, se alcanzaría una reducción sólo del 25% en la
intensidad energética al año 2068.
Por otra parte, la relación consumo de energía del transporte de carga
/ PIB, muestra un incremento del 41% al 2017 respecto del 2012, lo que
demuestra la importancia del autotransporte de carga en el desempeño
del país en los últimos años.
Además, al hacer una comparación del valor de intensidad energética
estimado en 2010 al calculado en este trabajo (sólo para el diésel),
existe un crecimiento de 7.7 veces al pasar de 0.248 MJ/tkm a 1.915
MJ/tkm.
Delimitación de una nueva política integral de transporte
Realizando un análisis de las variables que componen a la intensidad
energética (IE) del autotransporte de carga, esta es igual a la
relación entre energía consumida (MJ) en un período de tiempo y las
toneladas-kilómetro (tkm) desplazadas. Por lo tanto, si se considera
como objetivo principal de una nueva política integral del transporte
de carga el crear una red logística nacional eficiente y eficaz, se
requiere que en el corto plazo el valor de intensidad energética del
transporte carretero se reduzca, con lo cual se pueden identificar los
siguientes escenarios de actuación:
1) Que la energía consumida se reduzca y que las toneladas-kilómetro
desplazadas se mantengan constantes. Esto requeriría de acciones como
capacitar a los operadores de vehículos de carga en programas de
conducción eficiente o instalar tecnologías que reduzcan el consumo de
combustible o renovar la flota a unidades que ofrezcan mejores
condiciones de rendimiento de consumo de combustible. Además de
programas adecuados de mantenimiento a las unidades, reducir la vida
útil de los vehículos, entre otros.
2) Que la energía consumida se reduzca y que las toneladas-kilómetro
desplazadas se incrementen. De manera similar al punto anterior, pero
además se deben implementar programas de gestión de carga para
incrementar la productividad de la capacidad de transporte y
seleccionar el tipo de transporte adecuado acorde a los requerimientos
de embarque.
3) Que la energía consumida se mantenga constante y que las
toneladas-kilómetro desplazadas se incrementen. Si bien el rendimiento
de combustible de los camiones de carga se ha mantenido constante en la
última década, no significa que la relación de km/l sea la más
adecuada. Este escenario requeriría de maximizar la capacidad de
transporte, así como impulsar la multimodalidad con sistemas de
transporte impulsados por energías alternas.
De hecho, al hacer una revisión sobre la variación del consumo de
energía en el transporte de mercancías entre el año 2000 y el 2016, de
los 353 PJ de crecimiento en el consumo energético, el 72.5% se debió
al incremento por la propia actividad de transporte, pero el 32.3% es
atribuible a “otros” efectos, derivados del comportamiento y “ahorros
negativos” y debido a la baja utilización de la capacidad de
transporte, tal como se muestra en la figura siguiente (BIEE, 2019).
Figura 7. Variación del consumo
del transporte de mercancías- PJ (2000-2016).
Fuente: BIEE, 2019.
Dado lo anterior, algunas estrategias identificadas (Smart Freight
Centre, 2017; Tavasszy et al., 2019), que permitirían reducir la
intensidad energética del autotransporte de carga y que deberían ser
consideradas en el diseño de una política integral de transporte, se
comentan a continuación de manera sucinta:
• Consolidación y transbordo de
carga. La consolidación es un tema habitual en la gestión logística
debido a la posibilidad de aumentar la utilización y la eficiencia de
los vehículos. Esto involucra la creación Centros de Consolidación
Urbana (UCC, por sus siglas en inglés), que son instalaciones
logísticas que reciben transporte entrante y sirven como depósito para
las entregas de última milla. Se pueden hacer más paradas por vehículo
y se pueden combinar rutas o tiempos. Además, que los viajes de última
milla podrían ejecutarse con vehículos cero emisiones, como camionetas
eléctricas o vehículos ligeros de carga eléctrica.
• Logística compartida. Un enfoque
importante para hacer frente a las ineficiencias en el sistema de
transporte es que las empresas cooperen entre sí. Se debe incentivar la
cooperación tipo logística horizontal, en lugar de la cooperación tipo
logística vertical (como la integración a lo largo de la cadena de
suministro o la subcontratación). La cooperación logística horizontal
se puede definir como: cooperación entre dos o más empresas que están
activas en el mismo nivel de la cadena de suministro y realizan una
función logística comparable. En el transporte de carga se pueden
identificar tres tipos de objetos compartidos entre empresas
cooperantes: intercambio de pedidos, capacidad compartida y el
intercambio de información.
• Gestión mejorada de la flota con
Sistemas de Transporte Inteligentes (ITS, por sus siglas en inglés).
Los proveedores de servicios de logística requieren coordinar su parque
vehicular mediante un sistema de gestión de flota para operar de manera
más eficiente.
• Gestión de la Demanda (FDM, por
sus siglas en inglés), como su nombre lo indica, son políticas de
transporte que gestionan la demanda de carga en establecimientos
comerciales y residencias, al alterar la frecuencia, el tiempo y el
modo de entregas. Tales iniciativas se centran en cambiar el
comportamiento de los receptores (es decir, la demanda del servicio de
carga), que indirectamente cambian el comportamiento de los
transportistas y el tráfico de carga (es decir, el suministro de
transporte utilizado para satisfacer la demanda de carga). Algunos
ejemplos son las entregas fuera de horario, antes de las horas pico de
tráfico urbano. En este caso, los transportistas evitan la congestión
del tráfico, lo que aumenta la fiabilidad de su llegada.
Además, es conveniente incentivar
la economía de combustible y limitar los estándares de emisión de gases
de efecto invernadero para vehículos pesados para facilitar la
transición a vehículos más eficientes en combustible, dado que aquellos
camiones renovados o restaurados con carrocerías nuevas, pero con
motores y transmisiones viejas, suelen emitir entre 20 y 40 veces más
emisiones que los nuevos motores diésel (Khan, 2019).
Por otro lado, también se debe
tener en cuenta el tipo de empresa predominante en el sector
autotransporte de carga. Solo en 2017, la flota de vehículos de carga
en México (463,016 unidades motrices y 453,916 unidades de arrastre),
con una antigüedad promedio de 15.11 años, se distribuyó entre 145,265
empresas, de las cuales el 81% fueron microempresas hombre-camión (1-5
unidades) y solo 970 empresas grandes (más de 100 unidades) (SCT, 2017).
Tal cantidad de microempresas en el
autotransporte federal, ha sido derivado por la desregulación y la
facilidad de acceso al mercado de transporte de carga, propiciando así
una fuerte competencia para dar el servicio, incentivando el uso de
camiones de segunda mano y la importación de camiones usados
pro-cedentes de los EUA, lo cual ha agudizado la situación, apareciendo
la depredación de tarifas por el segmento hombre-camión que ha visto
una oportunidad de negocio sin entrar a la economía formal ofreciendo
el servicio a precios por debajo del costo de operación promedio
(Quintero, 2014).
Estudios previos realizados por
Padilla y Solís (2012), han reconocido que las barreras que impiden al
hombre-camión y al pequeño transportista incrementar su eficiencia
pueden resumirse en:
• Dificultad de acceder a los
créditos para la renovación de sus vehículos, dada su condición de
informalidad y de personas con ingresos irregulares.
• Baja exigencia de seguimiento de
normas ya sea por la poca capacidad de verificación por parte de la
autoridad, o bien, por la inexistencia de normas estrictas que los
impulsen a mantener camiones que brinden seguridad y desempeño
aceptables.
Además, las barreras antes
mencionadas se ven acentuadas en primer lugar, por el des-conocimiento
de los hombres-camión tanto de sus costos de operación, como de los
beneficios que pueden obtener al renovar sus unidades y en segundo
término la estructura oligopólica que caracteriza al sector, en la que
unos cuantos participantes despliegan conductas de mercado que buscan
disuadir, excluir o restringir la operación de los demás concurrentes e
impedir la entrada de nuevos competidores (CCA-MCE2, 2011, mencionado
por (Padilla y Solís, 2012)).
Así mismo, es fundamental
considerar el impacto de la calidad en la infraestructura para el
transporte de carga y como ésta permite crear condiciones de
combinación de diferentes modalidades de transporte.
CONCLUSIONES
Ante el inminente crecimiento de
demanda de hidrocarburos en México y el escenario de dependencia
energética en el corto plazo, resulta necesario tener claridad en la
manera en que se consumen dichos combustibles para definir e
implementar las medidas necesarias que permitan hacer más eficiente su
consumo o inclusive reducirlo. El vehículo T3 es el medio predominante
para desplazar mercancías en el país con el 82% de tkm en 2017,
utilizando como principal combustible el diésel y con un rendimiento de
combustible casi constante en más de una década. Así mismo, se
identifica el comportamiento de la intensidad energética del
autotransporte de carga en los últimos años, que si bien presenta una
tendencia negativa de 2.8 puntos porcentuales entre el 2012 y el 2017,
es insuficiente para alcanzar valores de desempeño internacional, con
la posibilidad de alcanzar sólo una reducción del 25% al año 2068 ante
un escenario tendencial, razón por la cual es necesario implementar
políticas integrales que permitan incrementar la productividad del
sector, teniendo en cuenta las necesidades de los diferentes actores
involucrados y provocando la interacción entre la infraestructura, el
transporte y la logística. Tal situación representa diversas
oportunidades de mejora a través de la identificación de las
tecnologías más adecua-das, cambios de comportamiento y hábitos,
optimización de procesos de manejo y distribución de materiales, así
como, la flexibilidad política y presupuestal que permitirían hacer
eficiente el consumo de combustible incidiendo en la reducción de
emisiones contaminantes y la descarbonización de la economía. Es
indudable la realización de un estudio posterior que identifique el
impacto de las diferentes estrategias de solución entre los diferentes
actores involucrados en el sector transporte de carga, considerando el
costo-beneficio de su implementación.
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